En países de Latinoamericana, el problema de clase es muy distinto al primer mundo.
En "Escenas de la lucha de clases en Springfield" (en ingles Scenes from the Class Struggle in Springfield ) muestran que la alta sociedad se distingue de las clases bajas a través de clubes exclusivos y organizaciones particulares que requieren conexión y riquezas para poder entrar (Marge la discriminaban por su vestido Channel multiusos, si bien usan comentarios micro-agresivos para referirse a ello).
En esta parte del mundo, la situación se divide más por geografía. El historiador y periodista Paul Johnson comentaba que el rico una vez consigue riquezas y poder busca distinguirse de los demás, por lo que lo ideal es apartarse geográficamente del resto de los mundanos.
El humorista chileno, Coco Legrand proponía un ejercicio, que implicaba recorrer las calles icónicas de tu ciudad, donde se pueden apreciar que aun existen las grandes mansiones pero que están convertidas en sedes de universidades, locales comerciales o bibliotecas públicas.
Si caminas dos calles más allá, hay grandes concentraciones de poblaciones de lo que mal llaman la clase media. Ahora esta de moda los duplex o departamentos internos, que vendrían a ser usar poco terreno para viviendas mínimas pero con una ubicación céntrica.
Hasta los años ochenta, los campamentos en Chile estaban establecidos en cerros, los cuales hoy están ocupados masivamente por la clase alta, que está sumamente alejada del centro de la capital.
En la Argentina, existen limites tanto físicos como simbólicos pero a su vez cambiantes, algunos barrios que hace mas 50 años eran periféricos y que sus construcciones eran simples, de maderas, con algunas chapas. Hoy esos terrenos se cotizan casi 10 veces mas que un barrio de "clase media"
Esto no escapa a la realidad de otros países, Ecuador, Colombia y también México sufren este fenómeno pero varían según la forma y geografía de cada país.
Lo peor, es que el transporte público a esas zonas escasea o se vuelve solo para algunos puntos. Los dueños de estos barrios esperan que sus empleados no se tomen en serio sus intentos de destruir la paz.
El transporte publico bajo esta óptica molestaría a la armonía de clase alta, que se quiere preservar en sus neo-villas romanas.
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