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martes, 10 de enero de 2023

NUEVA ESPAÑA A FINALES DEL PERÍODO COLONIAL


Hace relativamente poco, Eric Van Young puso en duda, en una serie de estudios incluidos ahora en su libro "La crisis del orden colonial", el tradicional optimismo con que se veía habitualmente al siglo XVIII novohispano. 

Siguiendo sus sugerencias podemos decir que el cuadro que presenta Nueva España en las últimas décadas de la dominación colonial es fuertemente contrastado. 

Un crecimiento de la población que ya se ha desacelerado (y en especial después del célebre «año del hambre» debido a la crisis de subsistencia de 1785-1786), pero que además muy probablemente ha sufrido un proceso de migraciones internas del campo a las ciudades. 

Esto ha empujado a los precios agrícolas al alza. Si bien la minería y en parte la producción agrícola no parecen haber entrado en un movimiento de largo plazo que pueda tenerse claramente como negativo, algunos sectores agrícolas están lejos de la bonanza. 

Además, la inflación de los precios de los alimentos (y, sobre todo, del maíz) ha dado como resultado una baja de los salarios reales de los trabajadores urbanos y agrícolas. 

En la otra punta de la escala social, los ricos, si bien en muchos casos han acrecentado su fortuna, han visto que su alianza tradicional con la Corona no les aseguraba una total seguridad frente a los requerimientos, cada día crecientes, de una fiscalidad imperial que parece no tener límites y que exige de las élites novohispanas ingentes recursos que resulta obvio serán gastados fuera del territorio de Nueva España. 

Los grupos medios rurales, esa masa de españoles y mestizos propietarios de haciendas y ranchos comprobamos que aquellas últimas medidas de la Corona tendentes a acrecentar la presión fiscal y en especial, el intento de recaudación a través de la consolidación de los vales reales fueron un duro golpe y terminaron también por afectar duramente su lealtad. 

Los indígenas y los campesinos mestizos pobres, los hechos ligados a la insurgencia mostrarían hasta qué punto, y por razones con frecuencia diversas (la defensa acérrima de la autonomía de la comunidad local, en el caso de los indígenas y los enfrentamientos con los propietarios, en el caso de los campesinos mestizos arrendatarios de pequeñas parcelas de auto subsistencia), el campo novohispano era una caldera a punto de estallar. 

Fue suficiente la vacatio regis (ausencia de soberanía) sucesiva a la «farsa» de Bayona, ocasionada tanto por la incompetencia de Carlos IV y la torpe felonía de su hijo, como por el innegable talento de Napoleón para aprovecharlas, para que todos los actores sociales del drama que se iniciaría en 1810 estuvieran listos para desempeñar su papel.


Queridos lectores si les gusto lo que leyeron, puede contribuir un poco. Muchas gracias


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