El reparto era un sistema coactivo mediante el cual se entregaban ciertas mercancías a cambio de mercancías futuras que debían producir los pueblos indígenas concernidos.
En Yucatán, el sistema de repartos descansaba en los caciques y principales de cada pueblo que debían negociar las condiciones, el tipo de productos y los plazos del futuro contrato.
Y para mensurar las cantidades a repartir se debía tener en cuenta el peso tributario de cada pueblo, es decir la evolución demográfica de los pueblos.
Gracias a este repartimiento, las mantas de algodón yucatecas tuvieron un destacado papel en la provisión de los mercados mineros y las ciudades de Nueva España.
Otros productos, importante resultado de los repartos en Yucatán fueron la cera y la grana. Estos repartos tuvieron dos modalidades: mercancías presentes por mercancías futuras y adelanto de dinero a cambio de mercancías futuras.
Hay que señalar que estos sistemas tuvieron gran difusión en todo el espacio colonial, pues constituían la modalidad típica por la cual el capital mercantil entraba en contacto con las más variadas formas productivas para explotarlas.
Estaban obviamente fundados en las dificultades para instituir un auténtico mercado de fuerza trabajo, ante la existencia de sociedades campesinas con una pronunciada tendencia a la autosuficiencia.
Casi está de más señalar que las condiciones del reparto eran indudablemente objeto de cierta negociación, pero las relaciones de fuerza no favorecían a los indígenas y bastaba acrecentar la frecuencia de repartimiento para aumentar considerablemente el peso que debía soportar la comunidad indígena.
Las quejas acerca de todas esas manipulaciones resultan abundantes en las fuentes.
Queridos lectores si les gusto lo que leyeron, puede contribuir un poco. Muchas gracias
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