La primera parte del proceso era el corte y extracción del metal desde las profundidades hasta los ingenios de moler.
Era tarea de dos tipos de trabajadores: los barreteros y los tenateros. Los barreteros cortaban el mineral con cuñas, martillos y barretas y los tenateros lo trasladaban hasta la boca-mina.
Las condiciones de trabajo de estos últimos eran particularmente duras. Una vez en la superficie, el mineral era llevado en mulas hasta la hacienda de minas o de beneficio. Allí, el mineral era triturado en los molinos de pisones.
Si en Potosí estos ingenios eran movidos por la fuerza hidráulica, en Zacatecas, a falta de agua suficiente, la energía animal de las mulas movía los pisones.
Algunas minas del centro de México (Pachuca, Taxco, Temastaltepec, etc.) tenían, en cambio, la posibilidad de acudir también a la energía hidráulica.
Hay una clara distinción entre las grandes minas norteñas (Zacatecas y Guanajuato), casi exclusivamente movidas por mulas y las del centro, donde la fuerza motriz hidráulica acompañaba al uso de la de las mulas.
El mineral triturado atravesaba inmediatamente una criba donde se filtraba para volver a triturar los pedazos mayores. El paso siguiente era el proceso de amalgamación propiamente dicho.
Ya en 1563, la utilización del mercurio era corriente en Zacatecas. La mena ya molida, que recibía el nombre de «harina» en México, era llevada hacia un gran espacio abierto donde se le iba agregando agua, hasta que adquiría una consistencia espesa. Luego se le ponía sal común y se iba rociando el mercurio.
La resultante se llamaba «torta» y se colocaba en un gran recipiente temporal de forma circular donde se «pisaba» repetidas veces hasta que el mercurio estaba completamente amalgamado con la plata.
Se llevaba la torta hacia las tinas de lavado donde se agregaba agua a la mezcla y se agitaba. Las partículas más pesadas (la amalgama de plata y mercurio) quedaban en el fondo.
Esta masa, llamada «pella» era extraída y después comprimida en unos moldes triangulares y se colocaban debajo de un capelo de metal en forma de campana.
Cuando se le aplicaba calor desde abajo, el mercurio se separaba por vaporización, condensándose en las paredes y la plata quedaba en forma de piña, casi totalmente pura.
Sólo restaba la fundición para transformar las piñas en barras de peso fijo.
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