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viernes, 15 de abril de 2022

Resumen sobre la situación socio-política en la Argentina de los ´60 y ´70 según la perspectiva de Waldmann

Un vistazo a la historia argentina de las últimas décadas nos muestra que el ámbito político-social estaba lleno de actitudes y de símbolos violentos. 

La guerrilla por lo tanto no representa ninguna novedad, sino únicamente la culminación momentánea de una tendencia agresiva que también puede observarse en muchos otros sectores sociales del país .

¿Había signos de relajamiento del control político social en los años 1960 y 1975? 

Waldmann propone la tesis de que en los últimos 10 o 15 años una serie de valores tradicionales y pautas de conducta social en la sociedad argentina sufrieron un debilitamiento que tiene una relación manifiesta con el aumento de la violencia. 

Se puede suponer que se trata de una aceleración manifiesta con el aumento de la violencia. En lo referente a la dirección que tomo este cambio se puede suponer que se trata de una aceleración de la tendencia, existente desde hace ya muchas décadas, hacia la secularización. 

Las causas pueden haber sido un aumento de tensiones entre una estructura modernizada técnica y económicamente, un estilo de vida urbanizado. 

Que chocan con factores ideológicos tradicionales que operan como resistencias al cambio.

Los síntomas indicadores de estas tendencias de anomia pueden subdividirse en cualitativos y cuantitativos. Los primeros son menos concluyentes, pero son la causa que indujo al autor al ocuparse de la cuestión y a investigarla de cerca, frente a las impresiones de carácter cualitativo que, en el año ´75, parecían indicar una transformación de valores.

En conjunto la situación se aproximaba a la atmósfera amenazante, estéril y de inquietud general que Schwartz considera como uno de los primeros signos que enuncian un movimiento revolucionario.

Las fuentes de los datos sobre la evolución de la criminalidad violenta son las estadísticas policiales de criminalidad que suelen estar mal llevadas, por incidencias ideológicas. 

Entre el 1968 y el 1974, la cantidad de homicidios se duplico; al igual que las separaciones y la disminución de las personas al servicio de la iglesia.


El comienzo de la guerrilla bajo el Gobierno militar del 1966-73 sugiere que hubo una reacción “de abajo” a la represión “de arriba” ejercida por las fuerzas armadas que habían suspendido la Constitución y disuelto el Congreso, que habían convertido a las provincias en simples distritos administrativos y prohibido los partidos políticos. 

Esta conclusión ha sido contradicha por nuevas investigaciones, según las cuales el uso de la violencia por parte de los gobernantes no implicaba una reacción de la sociedad civil. 

Contrario a esta tesis una reacción demasiado blanda por parte del régimen atacado puede animar a los disidentes políticos a aumentar los disturbios y las protestas. 

Por otra parte, es dudoso hasta qué punto el régimen de Onganía tenía el carácter opresivo que se le atribuye. 

El accionar del gobierno militar a partir de 1966, no fue tan violento si se lo compara con los gobiernos militares que derrocaron a Perón en 1955 y mucho menos con el gobierno militar de 1976. 

Tampoco se limitó la libertad de prensa (igualmente los grandes medios de comunicación de la época estaban en sintonia con el gobierno de Ongania).

Además, los gobiernos militares anteriores habían sido más duros sin que por eso se hayan formado grupos de resistencia armada ni que se hubiera producido una rebelión autentica como lo fue el Cordobazo en el ´69. 

Por eso hay que ver si el aumento de la violencia no tendría su raíz en el relajamiento de determinados mecanismos de control durante el régimen.

Para descubrir cuáles son los cambios en el ambiente político que habrían contribuido a aumentar las acciones violentas, hay que ver las características estructurales determinantes en la lucha por el poder político. 

De estos elementos estructurales que caracterizan la contienda política hay dos que destacar:

  1. No se trata de uno solo sino de varios niveles y ejes en la lucha política.

  2. Que la relativa disponibilidad y flexibilidad de los grupos de poder coloca en el ámbito de lo posible todo tipo de alianzas y de confrontaciones.

Entre los diversos niveles de conflicto en que se lleva a cabo la contienda por el poder político, hay tres de mayor importancia:

  1. Confrontaciones que tienen por objeto el aparato estatal. La finalidad de los grupos políticos es tener influencia y acceso al centro de poder. Sin embargo, hay pocas organizaciones grandes que pueden hacerlo. Los grandes partidos, los sindicatos, las confederaciones industriales, las FF.AA. y la iglesia. Estas asociaciones tienen dos rasgos en común, una gran capacidad de sanción, y el interés de conservar el sistema de poder que les asegura una posición privilegiada.

  2. Otro eje de conflicto pasa entre estas agrupaciones que se encuentran cerca del centro de poder estatal y el resto los grupos políticos y asociaciones que no tienen acceso a la esfera política central.

  3. Lo que pasa dentro de los diferentes factores de poder, es decir en los distintos cuerpos de las FF.AA. entre las distintas alas de cada sindicato, de la confederación general del trabajo. Este caso lo importante es qué sub-grupo consigue imponer sus ideas y de este modo determina el rumbo de toda organización. Este proceso de lucha interna en los grupos tiene tanto más importancia en el aspecto político global cuanto más peso tiene el factor de poder en cuestión.

Casi todos los factores políticos están dispuestos a perseguir sus objetivos de manera violenta, por lo tanto, los ejes conflictivos son violentos. 

Hasta el ´66, el desborde de la violencia fue impedido por los rasgos del proceso político, la pluralidad de los ejes de conflicto y la actitud de reflexiva flexibilidad y disponibilidad de las partes en conflicto. La pluralidad de los planos de conflicto tenía un efecto obstructor para la violencia.

La impresión de discontinuidad institucional y de inestabilidad política generada por este continuo cambio de coaliciones y confrontaciones era engañosa al sugerir que existía una amenaza excepcional de violencia colectiva. 

En realidad, debía a esta pluralidad y a la sucesión de disputas socio-políticas el haber podido mantener la violencia bajo control.

Esta polarización de las fuerzas políticas y sociales no se produjo inmediatamente después del golpe de Estado. 

Bajo la impresión de orden y tranquilidad que daba y gracias a algunos éxitos en el campo económico al vencer el estancamiento y frenar la inflación, el gobierno consiguió al principio el apoyo de parte de la clase media alta y la clase alta. 

La polarización de los sectores ganó importancia porque no se limitaba al ámbito político social, sino que se extendía a la esfera económica. 

La política económica de la revolución argentina se basaba en un modelo de desarrollo neoliberal que daba prioridad al capital como factor de producción, para volar el aumento del ingreso nacional alcanzado por este sobre la pirámide social. 

Pero la consecuencia inmediata para las capas sociales bajas fue una disminución del salario real. 

Por otro lado, no todas las empresas aprovecharon de este favorecimiento de la parte patronal, sino sobre todo las compañías extranjeras con grandes capitales. 

Las empresas de menor envergadura de la industria nacional tuvieron una participación limitada en la expansión económica que tuvo lugar entre el 1966 y 1969. 

En el caso del comercio, muchas tuvieron aun que cerrar debido al aumento de sus costos.

Resumiendo, la situación económica bajo el régimen militar presentaba aspectos similares a la situación política. Un pequeño grupo favorable al régimen se veía confrontado con una gran mayoría que sobrellevaba grandes desventajas y que tenía interés en eliminarlo. 

Aunque los terroristas que propagaban abiertamente la caída del régimen no pudieran contar con el apoyo activo de la oposición en sus atentados contra las instituciones político-militares y sus representantes, no tenían que tener ninguna interferencia por ese lado. 

La actitud general, mezcla de indiferencia y malicia, con que la gran mayoría observaba la falta de habilidad y prudencia que demostraban los militares en la lucha contra el terrorismo, era un terreno muy propicio para el crecimiento de los grupos guerrilleros y el aumento de sus actividades violentas.

La polarización de las fuerzas políticas bajo el régimen militar pone en claro por qué en la Argentina después del ´66, la guerrilla tuvo tales posibilidades de despliegue. 

Las pretensiones redentoras estaban relacionadas parte con factores motivacionales e ideológicos internos a la organización, y también con circunstancias externas que alegaban a los terroristas a la intransigencia y de las cuales se mencionan:

  1. Perón alentaba indirectamente al no desaprobarlas del todo desde Madrid, las organizaciones guerrilleras, sus acciones terroristas y las estimulaba a seguir adelante. Una gran parte de la población le seguía siendo fiel a pesar de su larga ausencia. Y esto se debía a que teniendo sus adversarios el poder político y administrándolo mal, el prestigio de Perón aumentaría fuertemente y muchos lo consideraban legitimo líder político del pueblo.

  2. Otra circunstancia que dio impulso a la guerrilla fue el Cordobazo, un levantamiento popular en 1969 que fue acompañado por luchas callejeras sangrientas en córdoba. Este fue resultado de una protesta común espontanea de estudiantes y obreros contra medidas represivas del régimen. Por eso fue interpretado por los extremistas como la señal de la predisposición popular a la rebelión y como estímulo para dedicarse a provocar el derrocamiento violenta del sistema. El Cordobazo, junto con las acciones guerrilleras que iniciaron en el ´69 introdujeron un cambio en la política del régimen militar que llevo a la paulatina liberalización política, pasando por elecciones generales, al retorno del mismo peronismo al poder en el 73.

Grupo de reclutamiento: estudiantes y clero

Las causas esenciales que en la época de Onganía contribuyeron a la militancia creciente de los estudiantes y que condujeron una parte de estos a la guerrilla, eran cuatro:

  1. El primer factor causal fue la eliminación de la autonomía universitaria acompañada por la designación estatal del personal administrativo y docente. Estas medidas tuvieron dos consecuencias: provocaron la solidarizacion de los diversos grupos de izquierda hasta entonces altamente discrepantes entre si. Por otro lado, desligaron a los estudiantes políticamente motivados de las responsabilidades en los gremios universitarios para lanzarlos al ámbito político externos. De allí en adelante sobre las villas de Bs. As. Se convirtieron para una parte de ellos, en su campo de acción.

  2. Fue la política económica del régimen militar la que puso en aprietos al estudiantado: la desocupación creciente, el aumento del costo de vida y los precios de los transportes públicos.

  3. Personajes y países que se prestaban a ser tomados como modelos en la lucha contra el régimen militar – Castro, Torres, Che Guevara-. Esos personajes y países liberaron en los estudiantes un gran potencial motivador. Les proporcionaban una meta que iba más allá de la mera restauración de la autonomía universitaria, de manera que sus ideas y proyectos políticos no se limitaban al cuadro de la institución sino adquirían dimensiones nacionales, casi internacionales.

  4. Perón y sus ideas: que 20 años antes había utilizado como lema de gobierno lo que los estudiantes reclamaban: justicia social. Fue descubierto como modelo y mentor espiritual sobre todo por aquellos que durante su primer Gobierno eran niños y que solo más tarde habían entrado en contacto con problemas de índole social o política.

El Clero 

Un primer aspecto es la preocupación general más acentuada de la Iglesia por los problemas económicos y sociales. Esta institución tradicionalmente ligada a los sectores dominantes, de repente, se convirtió en uno de los protagonistas del cambio económico y social. 

En este proceso de toma de conciencia tuvo importancia la conferencia de Medellín, donde se dio un informe detallado sobre la situación en el sub-continente, donde se denunciaron el imperialismo y el neocolonialismo de las ricas naciones industriales de occidente. 

Se dijo que las condiciones indignas en que vivían las clases necesitadas eran violencia institucionalizada, se habló de la necesidad de pasar a la acción para mejorar las injustas estructuras existentes. 

En argentina se hicieron portavoces de esta nueva función social los sacerdotes para el tercer mundo. Esta militancia los convirtió en un elemento perturbador, no solo para el gobierno, sino sobre todo para la jerarquía eclesiástica dirigente, arraigada a la posición tradicional de la iglesia, que no consiguió acallarlos con medidas disciplinarias. 

Los sacerdotes tenían el deber de ponerse al servicio de los débiles y oprimidos sociales. Por eso no estaban dispuestos a abandonar la iglesia, sino a aprovechar la ascendencia que les daba su cargo eclesiástico para despertar en las clases bajas la conciencia de las injusticias sufridas y el deseo de cambios en las condiciones existentes.

Aunque eran pocos los sacerdotes que participaron en la lucha armada de las agrupaciones guerrilleras, se puede afirmar que el uso de la violencia para eliminar el régimen y el orden social existente estaba cerca de sus ideas. 

Al principio se limitaban a la desocupación, el problema de la vida y la miseria. De allí pasaron a formas militantes de protección participando en huelgas o poniendo sus iglesias a disposición de reuniones estudiantiles subversivas. 

El Gobierno Militar era considerado como el representante de los ricos, del capitalismo, del imperialismo. En consecuencia, la única posibilidad de solucionar las necesidades de las clases bajas era un cambio profundo de las estructuras sociales.

Condiciones que aceleraron el proceso: la liberación del gobierno militar y el viraje de Perón

Las acciones guerrilleras del año ´69 y el Cordobazo del mismo año, introdujeron un cambio decisivo en la política de las fuerzas armadas. 

Empezó con la caída de Onganía y condujo desde un aflojamiento de la presión militar hasta la autorización de elecciones libres y la admisión del peronismo en el poder, del que fue separado en 1976 por otro golpe. la actividad guerrillera se puede dividir en tres fases:

  1. Empieza con la liberalización paulatina del régimen militar y termina con las elecciones de 1973. El aumento de la actividad de la guerrilla se explica por la tendencia inherente a todo acontecimiento violento a agravarse. La acumulación de atentados de extremistas obligó a policía y militares aplicar métodos de persecución más rigurosos; el acrecentamiento de la represión por parte del gobierno provocaba una reacción más violenta de los terroristas, que intensificaban la violencia deliberadamente. Ademas de la posible existencia de auto-atentados de parte de las fuerzas del orden para generar caos. Los grupos guerrilleros esperaban que el régimen militar revelara a la vista de toda su brutalidad, dando de este modo impulso a los sectores que insistían en el pronto retiro de los militares de la política.

  2. Durante la presidencia de Campora, el representante de Perón, sobre todo los grupos de izquierda peronista determinaban el rumbo y el clima político.

  3. El viraje conservador, que ya se anunciaba al regresar Perón en junio del ´73, y que se concretizó de manera evidente al asumir por tercera vez el poder en noviembre del mismo año, manteniéndose después de la muerte del presidente y la asunción de Isabel.

En las tres fases los gobiernos se esforzaron por contener el influjo de las guerrillas. Pero ambas organizaciones el ERP y los montoneros, consiguieron en esa época aumentar su potencial militar y organizador. Ampliando de manera continua sus actividades. 

Dedujimos de esto que todas las políticas de esos años, lejos de servir a la finalidad propuesta, contribuyó por el contrario a consolidar y reforzar la guerrilla.

Las FF.AA. no fueron insensibles a la crítica creciente y empezaron a preparar la restauración del sistema parlamentario de gobierno. La liberalización paulatina del sistema político no produjo una disminución sino una intensificación de las actividades terroristas. 

Esta explicación no puede aplicarse a las agrupaciones guerrilleras peronistas. De estas se puede suponer que acogerían con satisfacción el retorno a una constitución democrática, ya que así se aproximaría el momento en que habría esperanzas de que el partido peronista fuera legalizado y ganara elecciones.

El aumento del terrorismo se debía a que consideraban que la desintegración del Gobierno militar era la prueba del éxito de la estrategia aplicada hasta entonces. 

De la primera fase hay que retener que la retirada paulatina de los militares de la política estimulo las actividades subversivas de las dos corrientes principales de la guerrilla, pero por motivos y con metas diferentes. 

Mientras el ERP intentaba agravar la polarización socio-política para producir una situación revolucionaria, los Montoneros trataban de posibilitar el retorno de Perón y sus partidarios al poder. 

Esta divergencia de intereses no se manifestó en el primer tiempo debido a la resistencia común de las dos organizaciones contra los militares. No se hizo evidente hasta la corta segunda fase, con Campora en el poder.

El ERP consideraba que el nuevo gobierno, que se apoyaba en la burguesía y las capas sociales bajas, era un compromiso poco satisfactorio que velaba las diferencias de clase existente entre los aliados y que habría de romperse en breve. 

Los montoneros en cambio con la admisión de los peronistas a las elecciones y el triunfo electoral de estos, habían logrado alcanzar el objetivo que habían fijado. 

Su contribución decisiva al triunfo del peronismo fue explícitamente reconocida por Campora al confiar a miembros de las juventudes peronistas ligados a la organización armada importantes puestos políticos.

Por distintas que hubieran sido las reacciones del ERP y los montoneros después del triunfo electoral de los peronistas, en un punto eran idénticas. Ninguno de los dos estaba satisfechos con el poder alcanzado y ambos siguieron ampliando sus organizaciones, pero en direcciones diferentes. 

El ERP continúo armándose para gran contienda militar, mientras que los montoneros, que durante aquellos meses habían tenido un considerable aumento del número, trataban de completar su organización con una sección política para poder actuar también en ese campo.

El ERP que durante la 2° fase había corrido el peligro de aislarse, en la 3° vio aumentar sensiblemente su popularidad.

Perón no quería alejarse del centro del camino de compromiso con los sectores políticos y sociales moderados. Por eso comenzó a dirigirse a la Juventud Peronista primero con advertencias, luego más impaciente y amenazante, acusándola de indisciplina y falta de madurez. 

La ruptura final fue consumada por los montoneros, aunque solo después de la muerte de Perón. Abandonaron entonces la esfera legal para volver a la subversión. 

La reacción de las JP ante las advertencias y reproches de Perón no fue ceder y someterse, como lo podría haber esperado el caudillo. Al contrario, reacciono, con indignación y decidida a seguir por el camino elegido para reformar la sociedad aun sin el consentimiento de Perón. 

Concretamente significaba que retomaría sus actividades subversivas al lado del ERP, del que ideológicamente cada vez estaba más cerca.


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