Anomia social y violencia – Waldmann
Analizar las causas del origen del movimiento subversivo.
Las guerrillas en la historia argentina es un fenómeno relativamente nuevo. A principios del ´69, este tipo de violencia política casi no existía, pero para el 75 la situación política y social había cambiado.
La violencia era un tema permanente no solo en los periódicos sino además en la vida cotidiana. La guerrilla era, sin ser la única, la principal causa de este cambio de mentalidad. Pero ¿Cómo había surgido la guerrilla y porque había alcanzado tanta importancia?
Las organizaciones guerrilleras
La mayoría de los datos se refieren al periodo 73-75 donde las asociaciones subversivas alcanzaron su apogeo militar y político.
El surgimiento de la guerrilla se produce en el periodo 68-70, los años en medio del Gobierno Militar que duró desde 1966 a 1973. A partir del ´68, las organizaciones extremistas de izquierda pasaron de la guerrilla rural a la guerrilla en las grandes aglomeraciones urbanas del litoral.
Entre los grupos terroristas había 5 importantes: las Fuerzas Revolucionarias, las Fuerzas Armadas Peronistas, las Fuerzas Armadas de Liberación, los Montoneros, y el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Al final solo quedaron las últimas dos. Ambas poseen un origen diferente:
Montoneros: Proceden de la derecha católica y se identificó con el movimiento peronista a principios de los ´70.
Este arraigo en un movimiento político de masas distingue a los montoneros de la mayoría de las demás agrupaciones guerrilleras y es la causa principal de su capacidad de resistencia a pesar del rigor con que fue perseguido por el Gobierno Militar.
Los grupos Peronistas que basaban su poder en los sindicatos no reaccionaron todos de la misma manera, una parte trataba de negociar un modus vivendi con los diferentes gobiernos, sustrayéndose al liderazgo de Perón, el resto opto una actitud de intransigente oposición exigiendo el retorno del Perón al poder.
Esta ala del peronismo, denominada de izquierda, se dividía a su vez en dos fracciones: una compuesta por dirigentes gremiales leales a Perón que cumplía con todas sus directivas, y otra más pequeña, orientada por la esencia revolucionaria del peronismo y que quería provocar un levantamiento armado.
Los montoneros engrosaron las filas de esta fracción militante del peronismo de izquierda, sin tener problema en aceptar cuestiones que proponía el líder y que nada tenían que ver con la izquierda.
Su capacidad de manejarse y adaptarse hábilmente a las condiciones específicas de la situación argentina, era algo que los diferenciaba del ERP, el “brazo armado” del partido revolucionario de los trabajadores fundado en el 70.
En los análisis del ERP, la argentina importaba solo como caso para aplicar y confirmar la doctrina del marxismo clásico.
Una parte de su poder de atracción lo debía a la simplicidad de sus explicaciones y sus pautas de acción, como también a su intransigencia en la lucha contra los diversos gobiernos.
Tampoco los montoneros pudieron sustraerse a la influencia ideológica del ERP y fueron adoptando gran parte de sus exigencias y posiciones radicales.
La diferencia en la historia de los orígenes de ambos grupos se refleja en la procedencia de sus miembros. Mientras que los montoneros reclutaban sus adeptos en los sectores nacionalistas de derecha o en asociaciones de la juventud católica, los miembros del ERP provenían de organizaciones de izquierda marxista.
Pero también en este aspecto se fueron asemejando ambas asociaciones. Les era común el rasgo de pretender representar la masa popular y los estratos sociales bajos, a pesar de que la mayoría de sus miembros provenían de sectores de la población económica y socialmente mejor situados.
Casi todos los activistas tenían entre 20 y 30 años, había un alto porcentaje de mujeres y sacerdotes.
Hasta el golpe del ´76 ninguna de las organizaciones subversivas tenía problemas de reclutamiento. Sobre todo, los Montoneros podrían conseguir en todo momento activistas dentro de la gran cantidad de adeptos y simpatizantes que tenían.
Frente a la abundancia de medios de que disponían no es de asombrarse que las asociaciones guerrilleras estuvieran bien pertrechadas y armadas.
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