El 2 de enero de 1986, el gobierno italiano de Bettino Craxi aprobó oficialmente los planes para construir un puente colgante entre Sicilia y la península italiana, cruzando el estrecho de Mesina.
Este megaproyecto, diseñado para ser el puente más largo del mundo en su época, prometía revolucionar el transporte en el sur de Italia, pero décadas después sigue siendo un símbolo de promesas incumplidas y debates interminables.
Contexto: La ambición de conectar Italia
- El estrecho de Mesina, de 3,3 km de ancho, separa Sicilia de Calabria (continente), obligando a ferris y barcos a unir ambas zonas.
- La idea del puente existía desde la Antigüedad (los romanos lo consideraron), pero en los años 80 cobró fuerza con el impulso de Craxi y el apoyo de empresarios y parte de la clase política.
- El diseño aprobado en 1986 preveía un puente colgante de 3,7 km, con torres de 380 metros y capacidad para autos y trenes.
¿Por qué nunca se construyó?
1. Problemas técnicos: La zona es altamente sísmica y con fuertes corrientes marinas.
2. Costos estratosféricos: Estimados en ~€6.000 millones en 1986 (hoy serían mucho más).
3. Oposición ambientalista: Riesgo para el ecosistema del estrecho y el paisaje.
4. Corrupción y burocracia: El proyecto se asoció a escándalos y cambios de gobierno lo postergaron.
Legado: Un puente fantasma
- En 2006, Silvio Berlusconi relanzó el proyecto, pero fue cancelado en 2013 por recortes presupuestarios.
- Hoy sigue siendo un debate recurrente, con nuevos diseños propuestos (incluyendo un túnel submarino).
- Sicilia y el sur de Italia siguen a la espera de una solución definitiva para su conexión con el continente.
En conclusión, el puente de Mesina es más que una obra fallida: es un reflejo de los desafíos de Italia para unir su desarrollo económico con su compleja geografía y política. Un sueño de ingeniería que, por ahora, sigue anclado en el papel.
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