Heinrich Klaproth (Wernigerode, 1 de diciembre de 1743 – Berlín, 1 de enero de 1817) fue uno de los químicos más influyentes de su época.
Sus investigaciones llevaron al descubrimiento de elementos como el uranio, el circonio, el titanio y el telurio, aunque este último había sido identificado previamente por Müller.
Fue Klaproth quien logró aislarlo y darle su nombre, asegurándole un lugar destacado en la historia de la química.
Primeros años y formación
Klaproth inició su carrera como farmacéutico, profesión que ejerció durante buena parte de su vida. Trabajó como ayudante en distintas farmacias de ciudades como Quedlinburg, Hannover, Danzig y Berlín.
Tras la muerte de su jefe, Valentin Rose, en 1771, se hizo cargo de su negocio en la capital prusiana. Más adelante, en 1780, estableció su propia farmacia en Berlín, y en 1782 fue nombrado asesor farmacéutico del Ober-Collegium Medicum, una importante institución médica del reino.
Carrera científica
En 1787, Klaproth fue designado como conferenciante de química para la artillería real prusiana, y cuando en 1810 se fundó la Universidad de Berlín, fue elegido como su primer profesor de química.
Durante estos años, además de enseñar, escribió un diccionario de química, contribuyendo a la consolidación del lenguaje científico en su campo.
Klaproth se destacó por ser un científico minucioso y riguroso, lo que lo llevó a revolucionar la química analítica y a sentar bases sólidas para el estudio de la mineralogía.
Fue uno de los primeros en reconocer el valor de los métodos cuantitativos, y su precisión lo convirtió en uno de los seguidores más tempranos de las teorías de Lavoisier fuera de Francia, en plena transición de la alquimia a la química moderna.
Aunque no logró aislar en estado puro los metales que descubrió, sí demostró que se trataba de elementos distintos, aportando claridad a la composición de muchas sustancias hasta entonces mal comprendidas.
Además de los ya mencionados uranio, circonio y titanio, también profundizó en el estudio de elementos como el telurio, estroncio, cerio y cromo, ayudando a definir sus propiedades.
Legado
Klaproth dejó un legado inmenso. Publicó más de 200 trabajos científicos, muchos de los cuales fueron recopilados en su obra principal:
Beiträge zur chemischen Kenntnis der Mineralkörper ("Contribuciones al conocimiento químico de los cuerpos minerales", 5 volúmenes, 1795–1810).
También abordó cuestiones tanto de química inorgánica como orgánica, convirtiéndose en un puente entre la vieja tradición empírica y la nueva ciencia racional.
Murió en Berlín, la mañana del 1 de enero de 1817, siendo reconocido como el principal químico alemán de su tiempo. Su rigor, su capacidad de observación y su compromiso con el método científico siguen siendo un ejemplo en la historia de la ciencia.
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