Jacobo Francisco Eduardo Estuardo, conocido por sus partidarios como Jacobo III de Inglaterra y VIII de Escocia, y apodado históricamente como el Viejo Pretendiente, nació en Londres el 10 de junio de 1688.
Fue el hijo del rey Jacobo II de Inglaterra y de su segunda esposa, María de Módena, y se convirtió en el símbolo de la causa jacobita, que defendía la restauración de la Casa de Estuardo en los tronos de Inglaterra y Escocia.
Desde el momento de su nacimiento en el Palacio de Saint James, su figura fue objeto de controversia. El hecho de que su padre fuese abiertamente católico y tuviera ya dos hijas protestantes —María y Ana— de un matrimonio anterior, generó gran inquietud en una Inglaterra mayoritariamente protestante.
La posibilidad de que un varón católico heredara el trono provocó una crisis política que derivó en la llamada Revolución Gloriosa, cuando su cuñado, Guillermo de Orange, invadió Inglaterra en 1688, obligando a Jacobo II al exilio.
Jacobo Francisco Eduardo fue criado en Francia, bajo la protección del rey Luis XIV, quien lo reconoció como el legítimo heredero de los tronos británicos tras la muerte de su padre en 1701.
Desde ese momento, fue proclamado por sus partidarios como Jacobo III de Inglaterra y VIII de Escocia, siendo también reconocido por España, los Estados Pontificios y su tierra materna, Módena.
Estas potencias no aceptaron a los monarcas protestantes que ocuparon el trono tras la deposición de Jacobo II: Guillermo III, María II y más tarde Ana I.
En 1715, Jacobo intentó recuperar el trono mediante un levantamiento en Escocia, pero la rebelión fracasó y debió huir. A partir de entonces, se instaló con su familia en los Estados Pontificios, ya sin el respaldo activo de Francia, pues el joven rey Luis XV prefería evitar un conflicto con Gran Bretaña.
Jacobo se casó con la princesa polaca Clementina Sobieska, nieta del célebre rey Juan III Sobieski. Juntos tuvieron dos hijos:
Carlos Eduardo Estuardo (1720–1788), apodado el Joven Pretendiente.
Enrique Benedicto Estuardo (1725–1807), quien se convirtió en cardenal de la Iglesia católica.
En 1743, Jacobo cedió la jefatura de la causa jacobita a su hijo Carlos, aunque sin renunciar oficialmente a sus derechos dinásticos. El fallido levantamiento de 1745, dirigido por Carlos, marcó el fin de las esperanzas de restauración para la Casa Estuardo.
Los últimos años de Jacobo estuvieron marcados por tensiones familiares. Apoyó la decisión de su hijo menor, Enrique, de seguir una carrera eclesiástica, lo que implicaba el celibato y, por tanto, el fin de la línea sucesoria directa. Esta decisión fue rechazada por Carlos, que no fue consultado, y la relación entre ambos se deterioró gravemente.
Jacobo Francisco Eduardo Estuardo falleció el 1 de enero de 1766, en el Palacio Balestra de Roma. Su muerte marcó el cierre simbólico de una época: la del último gran pretendiente a los tronos de Inglaterra y Escocia desde el exilio.
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