El 2 de enero de 1492 marca un hito decisivo en la historia de España, de Europa y del mundo: el Reino nazarí de Granada, último bastión musulmán en la península ibérica, se rinde ante los Reyes Católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
Con ese acto solemne se pone punto final a casi ocho siglos de presencia musulmana en el territorio y a un proceso prolongado y conflictivo conocido como la Reconquista.
El fin de un mundo medieval
Granada había resistido como el último reducto islámico desde mediados del siglo XIII. Su existencia como emirato vasallo de Castilla permitió que sobreviviera más de dos siglos, pagando tributos a cambio de cierta autonomía. Pero todo cambió cuando los Reyes Católicos decidieron unificar políticamente sus reinos y dar el golpe final a la presencia islámica en la península.
El asedio de Granada, que comenzó en 1482, fue largo y costoso. Tras más de diez años de campañas militares y una certera estrategia de desgaste, el rey Boabdil (Muhammad XII), último sultán nazarí, capituló. Entregó las llaves de la ciudad a Fernando e Isabel en una ceremonia cargada de simbolismo y resignación.
El nacimiento de una nueva España
Con la toma de Granada, Isabel y Fernando consolidaron su poder como monarcas de un reino unificado. Aunque aún existían divisiones administrativas, el símbolo de una "España cristiana" comenzó a tomar forma. Este hecho no solo representó el final de la Edad Media en la península, sino el inicio de una nueva era expansionista que tendría consecuencias planetarias.
Solo nueve meses después, en octubre de ese mismo año, Cristóbal Colón partiría rumbo a América, apoyado por los Reyes Católicos. Así, el 1492 se convirtió en uno de los años bisagra más importantes de la historia mundial.
Una victoria con consecuencias ambiguas
La rendición de Granada fue celebrada como una victoria religiosa y nacional, pero también supuso el comienzo de una época de intolerancia y homogeneización forzada. Aunque los acuerdos de capitulación ofrecían garantías a los musulmanes —respetar su religión, costumbres y propiedades—, con el paso del tiempo esas promesas se quebraron.
En las décadas siguientes se producirían conversiones forzadas, persecuciones y expulsiones, tanto de musulmanes como de judíos, lo que alteró profundamente el tejido social y cultural del territorio.
Legado y memoria
La toma de Granada sigue siendo una fecha clave en los relatos oficiales de España. La ciudad conserva aún hoy la majestuosa Alhambra, símbolo de un legado cultural islámico que, lejos de ser borrado, persiste como huella viva del mestizaje y de la complejidad de la historia ibérica.
Cada 2 de enero, en Granada, se conmemora la efeméride con actos institucionales, pero también con debates: ¿fue una liberación, una conquista o el inicio de una purificación forzada?
En síntesis, el 2 de enero de 1492 no solo marcó la caída de un reino, sino también el fin de una época y el inicio de otra: un mundo cristiano unificado, una corona poderosa, y una puerta abierta hacia la conquista de nuevos mundos.
Un día que aún resuena en la memoria colectiva como un símbolo de gloria, pero también como un recordatorio de que la historia rara vez es blanca o negra: suele estar teñida de todos los matices.
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