En el año 1955, la República Argentina fue testigo de un trascendental acontecimiento que marcó un hito en su historia: una insurrección cívico-militar que resultó en el derrocamiento del gobierno de Juan Domingo Perón.
Esta revuelta no solo destituyó al líder peronista, sino que también desmanteló su modelo político, caracterizado por una relación directa entre el líder y las masas, creando un quiebre significativo en la dinámica política del país.
Los líderes del golpe de 1955 articularon una narrativa que retrataba al régimen peronista como una dictadura totalitaria, proporcionándoles la justificación auto-proclamada para alzarse en nombre de la democracia y la libertad.
Su objetivo declarado era restablecer el régimen parlamentario y el sistema de partidos, sin embargo, esta meta se vio frustrada en repetidas ocasiones durante los años posteriores.
Fracasos como la implementación de una nueva constitución en 1957, el derrocamiento de Frondizi en 1962 y la destitución de Illia en 1966 evidenciaron la complejidad y las tensiones políticas de la época.
Durante los períodos de 1955-1958 y 1962-1963, el país estuvo bajo administración militar cuyo principal propósito era la proscripción del peronismo, considerado por las elites dominantes como un fenómeno adverso a las instituciones y valores democráticos.
Este enfoque marcó un intento de erradicar el peronismo de la escena política argentina.
La frustración en la consecución de los objetivos políticos post-1955 generó la emergencia de nuevas formas de hacer política.
Estas implicaron la redefinición de los patrones de procesamiento de conflictos y relaciones socioeconómicas, dejando un legado político e ideológico que persistiría más allá del periodo 1955-1966, afectando a los actores políticos tanto antiguos como nuevos.
El análisis de estos modos de hacer política se centra en tres elementos clave:
1. Desfasajes entre los intereses socioeconómicos y los bloques políticos, destacando la aparición de clases medias bajas surgidas durante el auge del peronismo y exmiembros de Acción Católica que se convirtieron al peronismo en la década de 1960.
2. La formación de un movimiento sindical peronista con características novedosas, estableciéndose como un actor político autónomo que articuló estrategias defensivas y de oposición.
3. La incursión de los militares en la arena política, asumiendo un papel tutelar en regímenes semi-democráticos y expandiendo su intervención con el objetivo de suprimir las prácticas democráticas y las instituciones parlamentarias.
Estos elementos colectivos contribuyeron a la complejidad y la transformación del panorama político argentino, dejando un impacto duradero en la identidad política del país.
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