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martes, 19 de abril de 2022

Resumen del escenario político en Europa en la década de 1970 a 1980

El escenario tras la crisis del petróleo provocó una serie de cambios y nuevos objetivos en la Unión Europea (UE) con el fin de preservar la competitividad de Europa occidental. 

Además, se abrieron las puertas de la comunidad a nuevos países, especialmente después de la caída de las dictaduras militares en el sur de Europa. Grecia, España y Portugal se unieron a la UE, seguidos más tarde por Austria, Finlandia y Suecia.

En la década de 1980, el Plan Delors propuso la creación de un banco central en la UE. 

También se estableció la llamada "serpiente europea", en la cual las diferentes monedas se fijaban en relación a la moneda más fuerte. Estas medidas sentaron las bases para la creación de una moneda común.

En 1991, en el Tratado de Maastricht, se reconoció la ciudadanía europea para todos los ciudadanos de los estados miembros. 

El objetivo era que la UE se sumara como bloque regional al capitalismo global y, al mismo tiempo, construyera una ciudadanía europea y redactara una constitución común.

Sin embargo, la comunidad europea comenzó a enfrentar un déficit democrático. Las instituciones nacionales pasaron a ser controladas por organismos europeos con escaso o nulo respaldo electoral. 

Para el ciudadano común, estas instituciones se percibían como oficinas y burocracias distantes donde no se podía hacer escuchar su voz.

Dos temas clave ocuparon la escena política. En primer lugar, estaba la primacía del enfoque neoliberal, el cual predominaba en las políticas económicas de la UE. 

En segundo lugar, surgió el debate sobre quiénes y cómo tomarían las decisiones en este ámbito supranacional. 

Para abordar este asunto, se creó una comisión encargada de redactar una constitución europea.

En 2004, Chipre, Eslovaquia, Eslovenia, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta y la República Checa se unieron a la UE. 

Sin embargo, en 2005, los franceses rechazaron el proyecto de constitución europea en un referéndum. Dos años después, la UE se amplió nuevamente con la inclusión de Bulgaria y Rumania.

En cuanto a las fuerzas políticas en Europa y Estados Unidos, con el inicio de un largo declive, surgieron partidos y movimientos centrados en demandas específicas, como los movimientos ecologistas, feministas y pacifistas. Estos grupos afectaron a los partidos tradicionales, restándoles parte de sus votos.

En la década de 1980, hubo un cambio en el electorado y los partidos de derecha llegaron al poder, ya que los gobiernos de centro-izquierda seguían aferrados a las fórmulas del keynesianismo sin lograr revertir la inflación y la recesión. 

Los gobiernos de Margaret Thatcher en el Reino Unido y Ronald Reagan en Estados Unidos fueron los más destacados en combinar propuestas económicas neoliberales y valores neoconservadores.

Estos modelos fueron imitados en Europa Septentrional, donde la socialdemocracia se enfrentó a un doble desafío: una economía cada vez más internacionalizada que impedía recurrir a viejas recetas y una base social cada vez más reducida. 

Los partidos socialistas europeos se vieron obligados a adaptarse y se asemejaron en cierta medida al Partido Demócrata estadounidense, aunque con una mayor preocupación por preservar los logros sociales creados por el estado de bienestar.

En Europa del Sur, la industrialización se produjo más tarde y los comunistas, que habían tenido un fuerte apoyo durante el proceso de industrialización, se vieron afectados por el avance de la clase media, la secularización y el desgaste del régimen soviético. 

Como reacción a la gerontocracia de Bresnev y la invasión de Checoslovaquia, surgió el Eurocomunismo. Este movimiento, liderado principalmente por Enrico Berlinguer en Italia, rechazaba la vía revolucionaria en los países desarrollados y abogaba por una transición al socialismo basada en la democracia y la preservación de las libertades civiles propias de la democracia capitalista.

En este contexto, surgieron nuevos partidos socialistas en el sur de Europa, aprovechando el agotamiento de las derechas y las dictaduras. Ejemplos de estos partidos son la Unión de la Izquierda Francesa, el Partido Socialista español, que ganó las elecciones en 1982, y los socialistas griegos liderados por Papandreu.

En resumen, el escenario político europeo tras la crisis del petróleo y la apertura de la UE a nuevos países estuvo marcado por la búsqueda de conservar la competitividad y la integración económica. 

Surgieron debates sobre el déficit democrático en las instituciones europeas y se implementaron políticas neoliberales que afectaron a los partidos tradicionales. 

Los movimientos ecologistas, feministas y pacifistas ganaron protagonismo, mientras que los partidos socialistas se adaptaron a los desafíos de la economía globalizada y la reducción de su base social. 

En Europa del Sur, el Eurocomunismo fue una alternativa al comunismo tradicional, abogando por una transición al socialismo a través de la democracia y la preservación de las libertades civiles.





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