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viernes, 22 de abril de 2022

Resumen del compartimiento militar en la política argentina

 Algunas constantes del poder militar en la Argentina.

Viéndolo en la actualidad se puede hacer una retrospectiva de  la aparente desmilitarización del sistema político que permite visualizar ciertos mecanismos desde los que se materializa la continuidad del poder militar casi institucionalizado. 

Salta a la vista que las FF.AA. constituyen un factor de poder y un protagonista permanente, decisivo de las contiendas políticas. Se presentan con un eje de la vida nacional. 

Este protagonismo hace indispensable una observación acerca del tipo de instituciones militares, la politización permanente de las fuerzas armadas en Argentina. Procede de la poca consistencia institucional de las mismas. 

El ejército modernizado y profesionalizado a principio de siglo XX, según el modelo prusiano pertenece más al estado que a la sociedad. 

Las FF.AA. gozan de una fuerte capacidad de autonomía con relación a los transitorios gobernantes como frente a los distintos grupos sociales y políticos. 

La poca penetración de la sociedad en el ejército se percibe a través de mecanismos y comportamientos específicos. 

Las promociones se dan según criterios meritocráticos y libres de toda interferencia civil externa y los oficiales argentinos se muestran hostiles para con los partidos políticos a los que muy pocos pertenecen. 

Una vez en el poder los militares se negaron siempre a crear partidos militares. En resumen, la sociedad militar argentina constituye una continuidad institucional relativamente cerrada y aislada. 

Aun cuando está cerrada y aislada paradojicamente también mezcla a todas y cada una de las vicisitudes políticas desde los años ´30 y cumple funciones económicas importantes en los sectores claves de la economía.

Las relaciones civiles – militares obedecen en la Argentina a representaciones y expectativas distintas de las que prevalecen en los sistemas constitucionales pluralistas estables. 

Las reglas del juego corresponden al desarrollo lógico de los valores pretorianos que plasman la vida política nacional y pueden sintetizarse en los puntos siguientes:

  1. Las FF.AA. constituyen un actor legitimo del sistema. Las violaciones por el ejército de la subordinación constitucional no provocan nunca la unión sagrada de las fueras civiles para la defensa de las instituciones. La amenaza militar, lejos de callar los conflictos, los agudiza, tornándolos incontrolables por la vía parlamentaria. La oposición se brinda para apoyar a los militares facciosos contra los transitorios ocupantes del gobierno.

  2. Todos los partidos buscan el oído de los militares para sus propios fines políticos. Nunca el ejército es rechazado de plano como una amenaza para el libre juego de la vida política o como un simple instrumento de las clases dominantes. Los militares están vistos como socios mayoritarios en un juego complejo donde nada se hace contra ellos o sin ellos. Si el antimilitarismo no aparece en los discursos públicos y en los comportamientos colectivos de derecha o izquierda es porque a las FF.AA. no se las considera como vinculadas a ningún sector social definido y limitado.

  3. Así, el militarismo es universal. “el sueño del coronel propio” ha sido la fórmula de salvación para todos los grupos políticos, de los mayores a los más insignificantes, de los más democráticos a los más autoritarios. En el sistema así edificado civiles y militares no se enfrentan, son complementarios y componen alianzas de recursos dispares. Los militares no son los obstáculos al libre desarrollo de las instituciones democrática. No corresponde a la realidad imaginar la vida pública nacional como una batalla compaña entre dos bandos, los civiles heroicos defensores de las instituciones republicanas y por el otro los oficiales antidemocráticos por naturaleza y codicia del poder.

Así se entiende que en esta situación de interdependencia que conduce a una militarización de la vida política y a una politización aceptada de las instituciones militares, la estabilidad y regularidad institucional están fuera de alcance. 

Esta tendencia a veces definida como “estado pretoriano moderno” se complica aún más por los intereses corporativos y los recursos propios desarrollados a lo largo del tiempo por las fuerzas armadas. 

Listas, en cuanto sector militar del Estado se vuelven el terreno y objetivo de las luchas políticas. Lo que obviamente se relaciona con las vinculaciones mantenidas entre los distintos actores y el aparato estatal.


Queridos lectores si les gusto lo que leyeron, puede contribuir un poco. Muchas gracias






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