TARASCOS Y MIXTECOS:
La lengua de los tarascos es de origen desconocido, formando un auténtico «islote» en el marco de las familias lingüísticas mesoamericanas. Por otra parte, el origen mismo de sus habitantes es objeto de fuertes controversias entre los especialistas.
En todo caso, ciertos rasgos culturales —no sólo su aislamiento lingüístico, sino también el uso difundido de la metalurgia, con algunas características casi únicas en Mesoamérica — dan rica materia para muchas de estas hipótesis, por más descabelladas que parezcan a primera vista.
Al parecer, dos grupos diferentes, con un origen emparentado, poblaron esta área. El primero de estos grupos, llegado alrededor del siglo XIII, se asentó como pescadores en algunas islas del lago de Páztcuaro y como agricultores en las costas.
Más tarde se agregó a estos primitivos pobladores un grupo de «chichimecas» —cazadores— que resultó «emparentado» lejanamente con los anteriores.
Las relaciones entre ambos grupos pasaron por todos los estados, desde la oposición violenta hasta la convivencia; por último, uno de los líderes de los recién llegados, Tariácuri, hegemonizó a todo el grupo tarasco.
A su muerte, dos sobrinos y un hijo formarían un señorío «tripartito», pero, finalmente, una de las cabeceras, la ubicada en Tzintzunztan, terminaría imponiéndose sobre las otras dos.
El líder de esta cabecera tomaría el título señorial de cazonci y extendería el poderío tarasco hasta las regiones próximas, enfrentándose duramente con los mexica, quienes nunca pudieron someterlos.
Del mismo modo que entre los mexica, el cazonci era el interlocutor privilegiado de la divinidad máxima, el dios Cuaricaueri. El señorío pasa a convertirse desde ese momento en un poderoso segmento independiente en las fronteras de la Triple Alianza del valle central.
Además, desde entonces se acrecienta internamente el poder despótico del cazonci sobre una sociedad de carácter fuertemente tributario, asentado en el trabajo de los campesinos dependientes y los pescadores.
Aquí, también un sector señorial —los achaecha en tarasco—, componen un grupo específico que ejerce todos los cargos «burocráticos» del señorío tarasco. Junto a éstos, los sacerdotes ocuparían asimismo un lugar de privilegio en esta sociedad encabezados por el petámuti, sumo sacerdote.
Uno de los hechos más originales de la cultura material tarasca fue el grado de avance de la metalurgia. Los mixtecos fuertemente estructurados en grupo sociales diferenciados, encontramos —además de los «reyes»— a los señores principales, dzayya yya, los hombres libres, tay ñuu, los terrazgueros, tay situndayu, los sirvientes, tay sinoquachi y los esclavos, dahasaha.
Una institución muy importante era el siqui (que suele ser comparada con el calpolli) compuesto por varias familias extensas de dzayya yya, dirigidas por un dzayya yya.
Estas entidades gentilicias encabezaban sistemas de intercambio tanto local como regional y de media distancia, dado que los mixtecos fueron artesanos diestros de una serie muy variada de productos.
Las campañas militares de los mexica emprendidas en la región desde 1458 tendían justamente, entre otras cosas, a apropiarse, mediante tributo, de estos productos artesanales oxaqueños. Salvo unos pocos señoríos, como el de Tututepec o el de Tehuantepec pudieron conservar su independencia durante el siglo previo a la invasión europea.
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