Para comprender los cambios del arte, en siglo XIX, particularmente de la pintura. Uno de los aspectos a considerar es el surgimiento y desarrollo de la fotografía desde sus antecedentes más inmediato que es el daguerrotipo.
Introducirnos en la lectura de dos textos, Walter Benjamin y John Berger, ambos de referencias ineludibles en cuestiones relacionadas a la fotografía, sus avances y sus usos.
Walter Benjamin fue un filósofo y crítico literario marxista colaborador de la escuela de Frankfurt, a la cual no se asoció directamente.
Antes de 1924 estuvo abocado a una re-valuación del romanticismo alemán y a desarrollar una teoría de la crítica con raíces en ese romanticismo.
Pero a partir de ese año, los escritos de Benjamin, cambian de manera radical, entonces vuelca su atención y sus energías en direcciones más novedosas.
Se interesa por la cultura europea contemporánea, la cultura vanguardista que se estaba produciendo en Francia y la Unión Soviética.
Ademas por la política marxista e inicia una carrera como periodista y crítico cultural.
Entre 1926 y 1931, va a abarcar un espectro muy amplio de intereses, va a escribir sobre la literatura infantil, los juguetes, la pedagogía, la pornografía, el arte de grupos marginados como los enfermos mentales, otros medios como el cine, la radio, la fotografía y la prensa ilustrada.
Por esos años, el círculo de amigos con los que se relacionaba Benjamin, comenzó a actuar con un grupo de intelectuales de Berlín conocidos como “Grupo G”.
Comenzaron a reunirse entre 1922 y 1923, de varias naciones y orientaciones estéticas. El grupo se reunía en los talleres de los pintores y arquitectos.
Un teórico holandés sugirió el nombre de Grupo G por el término de Gestaltung, que quiere decir “dar forma, formar”, en referencia al alejamiento del grupo respecto de la noción de creación individual y hacia una producción cultural con orientación industrial.
Las reflexiones de Benjamin sobre la fotografía se sitúan dentro de las discusiones del grupo G. “pequeña historia de la fotografía” fue publicada por primera vez en 1931 en un periódico.
Allí se analiza la fotografía y sus primeros desarrollos ligados al retrato hasta comienzos del XX. Introduce un concepto, que es el de “aura”, es una especie de aro mágico que rodea a las primeras fotografías, es simbólico.
Benjamin, sostiene que el aura que rodea a las primeras fotografías del retrato viene dada, porque muchos de los primeros fotógrafos se formaron como pintores y portaron un compromiso artesanal al ejercicio de la práctica fotográfica.
Con el avance y perfeccionamiento de la fotografía, así como con la posibilidad de reproducción, cada vez mayor y la democratización de este medio, el aura entra en decadencia para Benjamin.
El contexto de buena recepción de los escritos de Walter Benjamin son las últimas décadas del XX. Cuando se intensifica la discusión sobre la identidad de la fotografía como sistema de representación y como fenómeno social.
En los años 70, la fotografía tiene una gran importancia en el mundo artístico angloamericano, porque frente a una demanda en pintura, la escultura y el mercado del arte.
Intentaba salir a flote promoviendo la venta y el coleccionismo de fotografías históricas y contemporáneas.
Esto va a generar una re-escritura de la historia de la fotografía y la producción de publicaciones en vista a promocionar determinados artistas.
Aquí va a tener un papel destacado Walter Benjamin y sus escritos. Ese contexto de recepción de la obra de Benjamin, va a ser el de producción de la obra de John Berger.
John Berger fue un crítico de arte, pintor y escritor que se formó en la escuela de arte de Londres. Entre 1948 y 1955 se vinculó con el partido comunista británico.
Publicó varios artículos en diversos periódicos y revistas con lo que se consolidó como crítico de arte marxista y defensor del realismo.
A comienzos de la década del `70 desarrolló una serie de capítulos para la BBC de Londres, titulada “modos de ver”.
Que más tarde fue titulada como libro, en donde aborda temáticas vinculadas con la cultura visual. El concepto de cultura visual, supone que no hay un ojo inocente sino que la visión es una actividad cultivada y aprendida.
Esa obra, “modos de ver” tuvo una enorme influencia sobre toda una generación de críticos de arte. En “usos de la fotografía”, Berger le responde a Susan Zonta, la escritora norteamericana que en los años 70, publicó su obra titulada “sobre la fotografía”.
Uno de los aspectos en los que se detiene Berger, es aquello que afirma Zonta, en que el significado de una foto está dado por sus usos.
Desde el punto de vista metodológico, ese texto contextualiza a la fotografía que debe señalarse en un contexto radial, es decir, en relación con otras fotos, otros textos para su significado y su vinculación con la memoria social y política.
Walter benjamín, señala que la primera víctima de la fotografía fue el retrato miniatura. En las primeras décadas del XIX, se produce un aumento de la demanda de las capas sociales en ascenso.
Una de las primeras formas de retrato adoptadas por la capa ascendente de la burguesía, una manera de expresar su culto a la individualidad fue el retrato en miniatura.
Son estos, los que se realizaron en dije y se podía llevar, eran retratos de la familia, de algún amigo, del amante.
La técnica consistía en pintar en marfil con acuarelas, logrando un alto nivel de detalles. El retrato en miniatura se convirtió en una importante fuente de recursos para muchos de los pintores.
Sin embargo, hacia 1850 la fotografía le quitó toda la posibilidad de supervivencia, porque el fotógrafo ponía a un precio muchísimo menor para realizar retratos que respondían más fielmente a los gustos de la burguesía.
La burguesía "intelectual" era la más abierta y receptiva a los cambios de la época, de ahí procedía el diputado frances Aragó, que buscaba estimular todo lo que pueda servir al progreso.
Propone a la cámara de diputados la adquisición por el estado de la fotografía en 1839, para que estuviera a disposición de todo aquel que quisiera usarla.
Daguerre que perfeccionó el procedimiento descubierto por Niepce, le dieron una renta vitalicia y también al nieto de Niepce, pero el procedimiento de Daguerre resultaba incomodo: la placa metálica sensibilizaba a la luz, que se introducía a la cámara oscura no podía utilizarse sin una previa posición a vapores de iodo (sustancia fotosensible).
No se podía preparar tampoco más que poco antes de usarla y había que revelarla a la placa enseguida, después de la exposición a la luz solar.
El periodo de pose podía durar más de media hora, si se trataba de paisajes había que llevar grandes tiendas y laboratorios ambulantes porque todos los preparatorios químicos debía hacerse rápido.
Si se trataba de retratos, la prolongada duración de la pose era un calvario para la persona, además la daguerrotipia no era capaz de proporcionar copias. La cámara oscura nunca dio más de una sola imagen.
Los primeros aparatos además eran grandes y pesaban más de 40 kilos. Pero el interés público y la importancia económica que se le reconoció desde un principio, favorecieron los esfuerzos tendientes a mejorar la técnica.
En el Segundo Imperio en Francia, varios factores llevaron a un perfeccionamiento de la fotografía, por un lado la creación de un importante aparato de funcionarios integrado por distintas capas de la burguesía que manifiesta un afán de auto representación.
Por otro el desarrollo de la industria química, del papel y la construcción de aparatos. Sumado a ello la exposición del palacio de la industria en 1855, que incluía una sección especial de fotografía con la que se daba aviso de su desarrollo industrial.
Porque antes estaba sólo limitada un desarrollo del sistema limitado de élite de sabios y artistas del tipo autodidacta. Esto provoca que el arte del retrato se vea desplazado por el arte fotográfico.
Muchos artistas que salían de un ambiente bohemio, van a volcarse al retrato fotográfico. Miniaturistas y grabadores arruinados, se inclinaron hacia el nuevo oficio porque le prometía una subsistencia mejor.
Tres figuras resultan clave en la primera fase del retrato fotográfico, nos referimos a Nadar, David O. Hill y a André Disderi.
Nadar (1820-1910), fue un dibujante, caricaturista, escritor, aeronauta, y el primero en abrir un taller fotográfico. Nadar conoce a todo el mundo en Paris, se adapta al gusto imperante y sus fotografías hacen celebres rápidamente.
Recibe en su estudio gran afluencia del público, el más selecto en el campo del arte, la literatura y la política de la época. Rápidamente su estudio se convirtió en lugar de reunión de la élite intelectual de parís.
Nadar fue el "primero en descubrir" el rostro humano en el mundo fotográfico. Se hallaba unido a sus modelos por relaciones personales y amistosas. Introdujo los retoques para los que usaba ayudantes suplementarios, también la pose exagerada para evitar que disminuyera la influencia de clientes.
David O. Hill (1802-1870), participó en 1843 en la fundación de la iglesia libre de Escocia. Este acontecimiento dio pie a una inmensa manifestación que tuvo lugar en el gran Hall de Tanfield, de Edimburgo.
Más de 200 eclesiásticos se reunieron para proclamar su retirada de la iglesia presbiteriana, y para fundar una comunidad autónoma.
Hill recibió el encargo de plasmar en un cuadro ese primer sínodo y utilizó la fotografía como auxiliar, es decir, tomó fotografías de las personas que iba a incorporar en el cuadro y que les sirva de modelo. Empleó la calotipia, empleada por Talbot, hacia la misma época que la daguerrotipia.
Es un mismo proceso, la calotipia de negativo el papel vuelto en transparente a base de cera. Esos negativos tenían la ventaja de producir múltiples pruebas, cosa de que no podía hacerse con la daguerrotipia.
El cuadro de al menos 5 metros donde se apiñan 500 personas. El cuadro le llevó 20 años y cayó en el olvido, pero las fotografías que le sirvieron de bocetos, son de los documentos más conmovedores de la historia de la fotografía. Señala Walter Benjamin, incluso se han realizado muestras de ellas en distintos museos.
André Disderi (1819-1889) creó el formato de tarjeta de visita, de 6x9 centrimetros. Con esto logra la popularidad definitiva de la fotografía, en respuesta a la creciente demanda de los sectores medios en ascenso.
En 1854 Disderi patentó el procedimiento para realizar 10 fotografías a partir de un único negativo, lo que llevó a la reducción de un 90% de cada impresión fotográfica. Los retratos se pegaban en cartulina rígida de 10x7 y llevaban registrado su nombre y la dirección del estudio fotográfico.
El cliente podía llevarse varios pequeños retratos al precio de una placa, los que firmaba e inscribía con sus datos personales para finalmente repartirlos con las personas de su círculo social al modo de las tarjetas de presentación personales actuales.
Los apoyos y las posturas de los retratados sugieren que aun los tiempos de exposición eran prolongados, aunque no tanto como con el daguerrotipo.
Al poco tiempo de ser reconocido por el Estado francés, una nave escuela francesa con cadetes de instrucción realizó un viaje por América del Sur.
Recibió directivas del propio Daguerre para lograr vistas de los lugares, a su entender exóticos, que se conocerían en la travesía.
De esta manera comenzó a fijarse en un daguerrotipo el paisaje de América. A partir de 1843 comenzaron a llegar a Buenos Aires, daguerrotipistas viajeros, todos publicaban bocetos en la gaceta mercantil.
Que por entonces era el único medio de comunicación oficialista que llegaba a la sociedad ilustrada. Buenos Aires se constituyó como un punto de atracción para los daguerrotipistas extranjeros y posteriormente para los fotógrafos de placas húmedas de papel.
Los extranjeros llegaban ansiosos por descubrir una nueva tipología humana, costumbres y vestimentas que fueran totalmente opuestos de sus países de origen.
Dejaban de lado aquellos descendientes de europeos y buscaban en los límites de la ciudad personajes que llegaban en carretas del interior del país, entre los que abundaban los indios y los gauchos.
El paradigma de este tipo de fotógrafo fue el italiano Benito Panunzi, llegó a Argentina en 1862, viajo por la provincia de Buenos Aires a pueblos como Baradero, Toldos, Azul, Olavarría, en busca de indios y gauchos.
Con el material obtenido público varios álbumes, sus fotos fueron siempre muy buscadas por sus coleccionistas, debido a la gran calidad técnica de las tomas.
Si bien el retrato continuó siendo uno de los géneros más importantes, tanto para los fotógrafos que llegaban de Europa, como para los primeros profesionales argentinos, la fotografía documental comienza a ganar posiciones en la segunda mitad del XIX.
El profesional que se volcó fue Antonio Pozzo, un italiano que se mudó a Buenos Aires en 1850. Registró acontecimientos políticos y sociales que se sucedían diariamente.
Pozzo estaba muy vinculado al poder de la época, tal es así que en 1869 se incorporó a la campaña del desierto de Roca como su fotógrafo oficial y solventando sus propios gastos.
Sus fotografías no muestran enfrentamientos ni muertos, sino que son retratos de grupos, tomas de encuadres muy amplios en las que se ven campos inmensos.
El encuadre es la distancia entre el fotógrafo y el medio, los paisajes o las personas fotografiadas.
El primer estudio de producción fotográfica en Argentina fue fundado por Alejandro Witcomb (1835-1905), un fotógrafo ingles que tras unas estadías en las ciudades de Río de Janeiro, Montevideo y Rosario, se instaló en Buenos Aires en 1880.
En su estudio, la galería Witcomb ubicada en la calle Florida al 300, pasó toda la sociedad argentina. Sus operadores recorrieron el país tomando paisajes, monumentos y costumbres.
La demanda para exhibir un espacio de obras de arte a fines del XIX, convirtió a esta galería en un participante activo como espacio de arte durante gran parte del XX.
Muchos artistas de vanguardia expusieron por primera vez en su galería.
En 1971 se vio obligada a cerrar sus puertas, el aumento desmedido de alquiler y los 6 meses que debió ser cerrada debido a las reformas que sufría la calle florida para convertirla en peatonal, fueron algunos de los factores que llevaron a su cierre.
Los registros del estudio pasaron a formar parte del Archivo General de la Nación.
Volviendo a la fotografía ligada al retrato, está la figura de Cesare Lombroso (1835-1909). Se habla del retrato fotográfico en el campo de la ciencia, concretamente de la criminología.
Lombroso fue un médico italiano representante del positivismo criminológico, que compuso un atlas con retratos fotográficos de criminales en los que comparaba sus rasgos fenotípicos, con el afán de encontrar al criminal nato.
Para Lombroso, las causas de la criminalidad eran físicas y biológicas.
Sostuvo la posición del delito como resultado de tendencias innatas, de tipo genético observables en ciertos rasgos físicos de los delincuentes habituales: como asimetrías craneales, determinadas formas de mandíbulas, orejas, arcos perciliares, etc.
En sus obras se mencionan también como factores criminales, el clima, el grado de civilización, el nivel de población, la alimentación, la posición económica.
“El petizo orejudo” fue tristemente célebre por ser un joven argentino, asesino en serie. Fue responsable de la muerte de 4 niños, 7 intentos de asesinato y el intento de incendiar 7 edificios.
Era hijo de inmigrantes italianos, su padre era alcohólico y golpeador, quien lo entregó a la policía.
Estuvo preso en varios hospicios y comisarias, hasta que en 1923 lo trasladaron al penal de Ushuaia, hasta que murió en 1944.
Los médicos de la época, apoyándose en la teoría Lombrosiana, decían que tenía la maldad en las orejas. Su vida fue llevada al cine y al teatro.
La pintura empieza a señalar su propio camino. Como señala Matisse, uno de los pintores más destacados del fovismo, el pintor no necesita preocuparse por detalles, porque para eso está la fotografía.
No se propone el artista en copiar la naturaleza o reproducirla, sino que la interpreta y la subordina al cuadro, no sólo dejando de lado detalles, sino aplicando colores tal como él mismo lo siente.
Yendo al texto de John Berger, aquí nos encontramos frente a fotomontajes de John Heartfield, un artista vinculado al dadaísmo, una de las primeras vanguardias del S. XX.
El fotomontaje fue una técnica introducida por el dadaísmo berlinés y consiste en un collage de fotografías ensambladas artesanalmente para componer una nueva imagen.
Con esto, el artista buscaba burlarse del cuadro burgués, irrepetible y exclusivo, del papel del artista y de las jerarquías artísticas vigentes en ese momento, al integrar objetos al mundo de las máquinas y de la industria al arte.
El ensamble de fotografías, transforma el sentido de cada fotografía original y revela el potencial de la técnica para criticar o ridiculizar un régimen como el nazismo.
Algo muy similar al fotomontaje, con otros recursos y objetivos es lo que se realiza con los memes y stickers.
Otros de los usos está relacionado con la introducción en revistas de divulgación para refrendar el contenido de artículos que acerca al lector profano, imágenes que reproducen objetos característicos de una cultura.
Queridos lectores, si les gusto lo que escribí pueden contribuir, muchas gracias.
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