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jueves, 25 de septiembre de 2025

Ofensiva de Praga



La Ofensiva de Praga, librada entre el 5 y el 11 de mayo de 1945, fue la última gran operación militar de la Segunda Guerra Mundial en Europa. 


Una campaña relámpago soviética que liberó la capital de Checoslovaquia y que se desarrolló, de manera única, después de la capitulación oficial de las fuerzas alemanas en Berlín y la rendición incondicional en Reims. 


Este enfrentamiento, que enfrentó a los frentes soviéticos en un avance arrollador contra el Grupo de Ejércitos Centro alemán la última fuerza cohesionada y poderosa de la Wehrmacht que aún resistía. 


No solo tenía como objetivo estratégico la liberación de Praga, sino también impedir que casi un millón de soldados alemanes se rindieran a los ejércitos occidentales y asegurar el dominio soviético sobre Checoslovaquia en el escenario político de la posguerra.


El contexto de la ofensiva era excepcional. El 2 de mayo de 1945, Berlín había caído y Adolf Hitler se había suicidado. El 7 de mayo, el general Alfred Jodl firmó la rendición incondicional de todas las fuerzas alemanas en Reims, Francia, con efecto a partir de las 23:01 horas del 8 de mayo. 


Sin embargo, en Bohemia (la parte occidental de Checoslovaquia), el mariscal de campo Ferdinand Schörner, un nazi fanático y comandante del Grupo de Ejércitos Centro, se negó a acatar la orden de rendición. 


Su ejército, con una fuerza estimada de 600.000 a 900.000 hombres, aunque parcialmente desmoralizado y rodeado, seguía siendo una formación formidable y bien equipada. 


Schörner esperaba abrirse paso hacia el oeste para rendirse a los estadounidenses del general George S. Patton, creyendo que recibiría un trato más clemente que el que le esperaba a manos del Ejército Rojo, que buscaba venganza por los crímenes de guerra.


Mientras tanto, en la propia Praga, la situación era tensa. El 5 de mayo, espontáneamente y antes de la llegada de cualquier ejército aliado, estalló un Levantamiento Nacional Checo. 


Los insurgentes, mal armados y compuestos por civiles y policías, tomaron el control de partes clave de la ciudad, incluida la sede de la radio, desde donde emitieron desesperadas peticiones de ayuda en varios idiomas. 


Las fuerzas de ocupación alemanas, al mando del general de las SS Karl Friedrich von Pückler-Burghauss, reaccionaron con brutalidad, utilizando tanques y artillería para reprimir la rebelión. Los insurgentes, a punto de ser aplastados, suplicaron por radio a los Aliados que acudieran en su ayuda.


Esta súplica desencadenó la respuesta soviética. Aunque el 1.º Frente Ucraniano del mariscal Iván Kónev ya había planeado una ofensiva para el 7 de mayo, la crisis en Praga aceleró los planes. 


La Stavka (el alto mando soviético) ordenó a tres frentes (el 1.º Ucraniano de Kónev, el 2.º Ucraniano de Rodión Malinovski y el 4.º Ucraniano de Andréi Yeriómenko) lanzar un ataque concéntrico masivo hacia la capital checa. 


El avance fue increíblemente rápido; las divisiones blindadas de guardias soviéticas, encontrando una resistencia alemana desorganizada y desesperada por escapar, avanzaron hasta 60 kilómetros por día. 


Simultáneamente, el Tercer Ejército del general Patton había avanzado hasta Pilsen (Plzeň), a apenas 80 kilómetros al oeste de Praga, pero se detuvo allí, respetando los acuerdos previos con los soviéticos que delimitaban la línea de contacto en el río Elba y el oeste de Bohemia.


En la madrugada del 9 de mayo, las primeras unidades del 1.er Frente Ucraniano de Kónev irrumpieron en los suburbios de Praga. Su llegada fue decisiva. 


Las fuerzas alemanas, atrapadas entre los insurgentes checos en la ciudad y el avance imparable de los tanques soviéticos, colapsaron. 


La liberación de Praga se completó ese mismo día, con los soldados soviéticos siendo recibidos como héroes por una población eufórica. Sin embargo, la lucha no terminó ahí. 


La ofensiva continuó durante dos días más, hasta el 11 de mayo, mientras las fuerzas soviéticas rodeaban y capturaban a las enormes columnas del Grupo de Ejércitos Centro que intentaban huir hacia el oeste. Decenas de miles de soldados alemanes fueron hechos prisioneros en los últimos y caóticos combates al sureste de Praga, cerca de la ciudad de Příbram.


Las consecuencias de la Ofensiva de Praga fueron significativas. Para Checoslovaquia, la liberación por el Ejército Rojo, a diferencia de países como Francia o Italia liberados por occidentales, consolidó la influencia soviética en el país, allanando el camino al partido comunista a tomar el poder en 1948 y cuatro décadas de dominio bajo el Telón de Acero. 


Para los alemanes, la rendición ante los soviéticos significó para la mayoría un largo y duro cautiverio en los campos de trabajo del Gulag. El mariscal Schörner, tras abandonar a sus tropas y disfrazarse de civil para intentar escapar, fue capturado y posteriormente encarcelado por crímenes de guerra.


La Ofensiva de Praga puso fin definitivamente a las hostilidades en el Frente Oriental. Fue una operación que combinó el heroísmo de un levantamiento popular, la velocidad del poderío militar soviético y las sombrías realidades de la política de poder de la posguerra. 


Aunque técnicamente ocurrió después del Día de la Victoria en Europa, esta batalla final aseguró que la última fuerza alemana significativa no pudiera escapar de la justicia soviética y solidificó el control de Stalin sobre Europa Central, marcando el verdadero epílogo militar de la guerra contra la Alemania Nazi.




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