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jueves, 25 de septiembre de 2025

Batalla de Berlín



La Batalla de Berlín, librada entre el 16 de abril y el 2 de mayo de 1945, fue el choque final y apocalíptico del Frente Oriental de la Segunda Guerra Mundial en Europa, el asalto soviético directo al corazón del Tercer Reich que puso fin al conflicto en el continente y simbolizó la aniquilación total del régimen nazi. 


Más que una operación puramente militar, la toma de Berlín fue un acto de venganza política y nacional para la Unión Soviética, una demostración de poderío destinada a reclamar el trofeo más preciado de la guerra y a marcar el inicio de su hegemonía sobre Europa del Este. 


La batalla enfrentó a la maquinaria de guerra más poderosa del mundo, el Ejército Rojo, en la cúspide de su fuerza y ferocidad, contra una mezcla desesperada de soldados veteranos de la Wehrmacht, niños de las Juventudes Hitlerianas, ancianos de la Volkssturm (milicia popular), con un promedio de 55 años de edad pero en algunos casos había personas de mas de 60 años. 


Ademas de fanáticos de las SS, que defendían una ciudad convertida en ruinas bajo un diluvio de acero y fuego.


El contexto estratégico era claro a principios de 1945. Los ejércitos soviéticos, tras las exitosas ofensivas del Vístula-Óder y de Pomerania Oriental, se encontraban a apenas 60 kilómetros al este de Berlín, en la línea del río Óder. 


Mientras, los ejércitos anglo-estadounidenses avanzaban desde el oeste, pero Eisenhower, por razones principalmente políticas y logísticas, decidió detener su avance en el río Elba, dejando la captura de la capital alemana en manos soviéticas. 


Para Iósif Stalin, Berlín era un botín político que no podía ceder. Sin embargo, desconfiaba de sus aliados y temía que intentaran tomarla primero, por lo que instó a una competencia feroz entre sus dos principales mariscales, Gueorgui Zhúkov (1.er Frente Bielorruso) e Iván Kónev (1.er Frente Ucraniano), prometiéndoles que quien llegara primero tendría el honor de conquistarla. Esta rivalidad deliberada aseguró un asalto masivo y sin contemplaciones.


La ofensiva final comenzó en la madrugada del 16 de abril de 1945. Zhúkov lanzó su ataque principal desde las Colinas de Seelow, la última posición defensiva elevada antes de Berlín. 


Confiando en una abrumadora superioridad numérica, inició el asalto con el uso de 143 reflectores antiaéreos para cegar y desmoralizar a los defensores, una táctica que resultó contraproducente al iluminar sus propias tropas y convertirlas en blancos fáciles. 


La resistencia alemana en las colinas, dirigida por el general Gotthard Heinrici, fue feroz y mucho más dura de lo esperado, causando enormes pérdidas soviéticas y retrasando el avance. Al sur, Kónev tuvo más éxito, cruzando el río Neisse y avanzando rápidamente, lo que llevó a Stalin a autorizarlo a girar sus tanques hacia el sur de Berlín, aumentando la presión sobre Zhúkov.


Para el 20 de abril (cumpleaños de Hitler), la artillería soviética comenzó a bombardear el centro de Berlín. El 1.er Frente Bielorruso de Zhúkov y el 1.er Frente Ucraniano de Kónev cerraron la tenaza alrededor de la ciudad, mientras que el 2.º Frente Bielorruso de Konstantin Rokossovsky aseguraba el norte. 


Para el 25 de abril, Berlín estaba completamente cercada. Lo que siguió fue una lucha casa por casa, piso por piso y habitación por habitación de una brutalidad sin paralelo. 


Los soldados soviéticos, impulsados por un ardiente deseo de venganza por los crímenes nazis en su patria, avanzaron precedidos por un bombardeo de artillería masivo que redujo barrios enteros a escombros. 


Los combates se libraron en las estaciones de metro, en los túneles (que los alemanes inundaron, ahogando a miles de heridos y civiles refugiados) y entre los emblemáticos edificios gubernamentales.


La defensa alemana, fragmentada y caótica, estaba condenada desde el principio. Aunque algunos soldados de las Waffen-SS y paracaidistas lucharon con fanática determinación, muchos eran adolescentes de las Juventudes Hitlerianas o ancianos de la Volkssturm, mal armados y sin entrenamiento. 


Mientras, la élite nazi, atrincherada en el Führerbunker a 15 metros bajo el patio de la Cancillería del Reich, se sumía en la paranoia y la desesperación. 


El 30 de abril, con los soviéticos a apenas 500 metros de distancia, Adolf Hitler se suicidó junto con su esposa, Eva Braun. Ese mismo día, en un acto de enorme simbolismo, dos soldados del 150.º Regimiento de Fusileros izaron la Bandera Roja soviética sobre el Reichstag, tras una feroz batalla dentro del edificio semi-destruido.


La guarnición de Berlín, al mando del general Helmuth Weidling, comprendió la inutilidad de continuar la lucha. En las primeras horas del 2 de mayo, Weidling se rindió formalmente. La noticia se extendió por la ciudad y la resistencia cesó. 


Las consecuencias fueron catastróficas. Las bajas soviéticas se estiman en 80.000 muertos y 275.000 heridos. Las pérdidas alemanas son incalculables, pero se cree que decenas de miles de soldados y hasta 125.000 civiles perdieron la vida. La ciudad estaba en ruinas, y la población sufrió horrores indecibles, incluyendo una ola de violaciones masivas por parte de soldados soviéticos.


La Batalla de Berlín marcó el fin militar de la Segunda Guerra Mundial en Europa. La rendición incondicional de todas las fuerzas alemanas se firmaría el 7 y 8 de mayo de 1945. 


Políticamente, la bandera sobre el Reichstag no solo simbolizó la victoria sobre el nazismo, sino también el surgimiento de la Unión Soviética como una superpotencia global y el inicio de la división de Europa que caracterizaría la Guerra Fría durante los siguientes 45 años. 


Berlín, la capital del Reich que debía durar mil años, cayó en solo dieciséis días, en un cataclismo de violencia que fue el epílogo adecuado para el régimen más mortífero de la historia moderna.




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