En 1931, Panamá vivió un momento crucial en su historia política cuando el movimiento nacionalista de derechas Acción Comunal Patriótica llevó a cabo un golpe de Estado que derrocó al presidente Florencio Harmodio Arosemena.
Este suceso reflejó las tensiones sociales y políticas de la época, marcada por el descontento hacia las élites tradicionales y la búsqueda de un cambio en la dirección del país.
Acción Comunal, fundado en 1923, representaba los intereses de sectores medios y militares que criticaban la corrupción y la influencia extranjera, especialmente de Estados Unidos, que controlaba la Zona del Canal.
El golpe contra Arosemena —acusado de debilidad y de favorecer a grupos privilegiados— fue ejecutado el 2 de enero de 1931 y marcó el primer derrocamiento violento de un mandatario en la era republicana de Panamá.
Tras el golpe, se instaló un gobierno provisional liderado por Ricardo J. Alfaro, pero el verdadero poder quedó en manos de los líderes de Acción Comunal, que impulsaron reformas nacionalistas.
Aunque el movimiento no logró consolidarse a largo plazo, su acción sentó un precedente en la política panameña, demostrando la fuerza de los grupos organizados fuera de las estructuras partidistas tradicionales.
Este episodio fue un reflejo de las convulsiones políticas de América Latina en las décadas de 1920 y 1930, donde los movimientos nacionalistas y antiimperialistas ganaban terreno.
El golpe de 1931 no solo cambió el rumbo de Panamá en ese momento, sino que también anticipó las luchas por la soberanía y la reforma social que definirían al país en las décadas siguientes.
En conclusión, el derrocamiento de Arosemena por Acción Comunal fue más que un simple cambio de gobierno: fue un síntoma de una nación en busca de identidad y autonomía, en un contexto de creciente fervor nacionalista.
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