Manuel Gondra Pereira, nacido el 1 de enero de 1872 y fallecido el 8 de marzo de 1927, fue un influyente político, intelectual y diplomático paraguayo, aunque nacido en Buenos Aires.
De madre paraguaya y padre argentino, su infancia transcurrió en Paraguay, donde se instaló con su familia en Villeta. Fue allí donde comenzó su educación antes de trasladarse a Asunción, donde cursó la secundaria en el Colegio Nacional de la Capital.
Su formación fue profunda: era filólogo, lingüista, historiador y ensayista, reconocido por su memoria prodigiosa y su vasta cultura, lo que lo convirtió en maestro de generaciones y figura clave del movimiento novecentista paraguayo.
A pesar de las dudas sobre su lugar exacto de nacimiento —algunas fuentes mencionan Buenos Aires, otras Villeta o incluso un barco en tránsito—, la mayoría de los historiadores lo consideran paraguayo de convicción.
Aunque originalmente su ciudadanía argentina le impedía acceder a cargos políticos, en los registros de 1900 ya figuraba como paraguayo, el mismo año en que se diplomó como bachiller, a los 29 años.
Su carrera pública comenzó en el ámbito periodístico, participando activamente en diarios como El Tiempo, La Democracia, La Semana, El Independiente, La Prensa y El Diario.
Fue considerado el escritor más brillante de su generación, y como director del influyente periódico El Liberal, se consolidó como líder ideológico del Partido Liberal, lo que lo catapultó eventualmente a la presidencia de la República.
Gondra fue enviado como diplomático a Brasil entre 1905 y 1908, y poco después se integró a la Liga de la Juventud Independiente dentro del liberalismo paraguayo.
En 1908 fue nombrado ministro de Relaciones Exteriores, y en 1910 fue proclamado candidato a presidente, cargo que asumió el 25 de noviembre de ese año. Sin embargo, su primer mandato fue breve: debido a diversos levantamientos internos, renunció el 17 de enero de 1911.
Más tarde fue ministro plenipotenciario en Washington, y en 1920 volvió a la presidencia, esta vez con una agenda más clara de transformación del país. Durante este segundo mandato impulsó políticas a favor de los derechos humanos, la igualdad y la apertura a comunidades extranjeras, como los colonos menonitas, además de promover la independencia del Paraguay respecto de la influencia argentina.
Gondra fue un defensor de una política exterior más equilibrada y propuso una mayor integración con Brasil, lo que quedó plasmado en su visión geopolítica de una salida al este del país.
Representó al Paraguay en la V Conferencia Panamericana celebrada en Santiago de Chile en 1924, donde logró la aprobación unánime de la histórica “Convención Gondra”, que promovía el arbitraje obligatorio entre naciones como vía para evitar los conflictos armados.
En ese foro pronunció una frase memorable que sintetiza su pensamiento: “En un conflicto entre Estados puede el débil ser justo; puede serlo el fuerte. Pero la injusticia del uno está limitada por su propia impotencia, al paso que la del otro puede pretender llegar donde llegue su fuerza. Por eso, no pudiendo hacer que el justo sea siempre fuerte, nos hemos empeñado porque el fuerte sea siempre justo”.
Austero y profundamente intelectual, Gondra rechazaba los privilegios del poder: iba caminando al Palacio de Gobierno y se retiraba de la vida pública cada vez que podía, refugiándose en su biblioteca personal, una de las más completas del país, adquirida tras su muerte por la Universidad de Austin, Texas. Falleció el 8 de marzo de 1927 en Asunción, rodeado del respeto general. Cumpliendo su última voluntad, fue enterrado a cielo abierto en las campiñas de Ypané, donde descansan sus restos como símbolo de su amor por la tierra y los valores que defendió toda su vida.

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