El 2 de enero de 1871, el príncipe italiano Amadeo de Saboya, hijo del rey Víctor Manuel II de Italia, juró la Constitución española de 1869 en el Congreso de los Diputados.
Con este acto se convirtió oficialmente en Amadeo I de España, dando inicio a un breve y turbulento reinado en uno de los períodos más inestables de la historia política española del siglo XIX.
Un rey importado para una monarquía nueva
La llegada de Amadeo no fue casual: se dio tras la Revolución Gloriosa de 1868, que había destronado a Isabel II y provocado el inicio de una búsqueda de un nuevo monarca constitucional.
Tras varios rechazos y negociaciones diplomáticas, las Cortes eligieron en 1870 a Amadeo de Saboya, considerado un monarca liberal y moderno, y símbolo de un nuevo comienzo para una España en crisis.
Sin embargo, el mismo día que Amadeo llegó a España, el general Juan Prim —su principal apoyo político— fue asesinado, dejándolo sin aliados firmes desde el inicio de su mandato.
La jura constitucional
La ceremonia del 2 de enero tuvo lugar en Madrid, en un clima de incertidumbre. El joven monarca de 26 años juró respetar y hacer respetar la Constitución de 1869, la primera de carácter verdaderamente democrático en España, que establecía una monarquía parlamentaria, libertad de culto y amplios derechos civiles.
Su jura no fue solo un acto simbólico, sino una apuesta por consolidar un nuevo modelo de monarquía constitucional moderna, alejada del absolutismo borbónico y compatible con los ideales liberales.
Un reinado breve y difícil
A pesar del gesto constitucional, el reinado de Amadeo I (1871–1873) estuvo marcado por:
-Inestabilidad política constante.
-Luchas entre republicanos, carlistas, alfonsinos y progresistas.
-Atentados, revueltas y hasta el comienzo de la Tercera Guerra Carlista.
-Rechazo de parte de la nobleza y del clero.
-Dificultades económicas y sociales.
Frustrado por la imposibilidad de gobernar con estabilidad, Amadeo abdicó en febrero de 1873, apenas dos años después de asumir. Esta renuncia dio lugar a la Primera República Española, un experimento político que tampoco lograría consolidarse.
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