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sábado, 7 de mayo de 2022

Resumen de PARAGUAY COLONIAL EN EL PERÍODO TEMPRANO

Un tema tradicional en los estudios sobre Paraguay —y que dio lugar a una literatura histórica laudatoria de dudoso valor— es el de la alianza entre los invasores y los «carios» de Lambaré, un hecho indudable. 

Pero de este hecho indudable se desprenden diversas consideraciones. Los carios, vencidos por los europeos, se sintieron obligados a aceptar la alianza con sus vencedores para enfrentarse a los guaycurú chaqueños, de este modo, en un primer momento, los guaraníes de Lambaré parecieron haber ganado un poderoso aliado. 

Gracias a él, pudieron vencer varias veces a sus enemigos chaqueños y hacer innumerables prisioneros. 

Pero, claro, no sabían que ese aliado había llegado para quedarse y que iría acrecentando sus exigencias. .

Los indios entregaron a sus mujeres en señal de reconocimiento de esa alianza (como tradicionalmente lo hacían) y recibieron además, como «contradon», los regalos de los españoles. 

Esas mujeres que los españoles comenzaron a acumular (se trata de una auténtica acumulación, pues llegó a haber individuos que poseían más de sesenta mujeres y el promedio, según las fuentes, alcanza a las diez mujeres por español). 

Representaba en realidad una acumulación de trabajo vivo, no sólo porque ellas mismas trabajaban para los europeos —como lo hacían para sus esposos indios— hilando, cargando bultos o laborando la tierra, sino porque eran también la vía de acceso a la fuerza de trabajo de sus parientes masculinos, padres y hermanos, tradicionalmente obligados a acudir a «ayudar» a su yerno y a su cuñado. 

Por supuesto, está de más señalar que la «propiedad» de las mujeres suponía el libre acceso sexual a las mismas y de allí el intenso y muy temprano proceso de mestizaje que verá el Paraguay con sus «mancebos» hijos de la tierra. 

El Paraguay sería desde ese entonces un área muy peculiar en donde eran tantos los mestizos que la misma palabra casi nunca se utilizaba. 

Volviendo a la «alianza», existió efectivamente una «alianza» entre los carios asuncenos y los europeos en el contexto que ya hemos descrito, pero rápidamente, los recién llegados desvirtuaron —como no podía ser de otra manera— los términos de esa alianza y convirtieron los primigenios lazos recíprocos de dones y contradones en una relación fuertemente asimétrica. 

Los indios tardaron en comprender que los españoles no tenían el mismo concepto que ellos de esa «alianza». 

Cuando este hecho produjo reacciones, aún no violentas, la respuesta fue la fuerza bruta, abriendo el camino a una dominación más desnuda y abierta. 

A finales de 1555, el entonces gobernador, Domingo Martínez de Irala, dejó de lado toda ficción y decidió «repartir la tierra». 

Así se otorgaron las primeras encomiendas a los «beneméritos» paraguayos. Este primer reparto de encomiendas entre unos 320 individuos alcanzó unos 20.000 a 27.000 indios (es decir, indios «tributarios»). 

Las encomiendas paraguayas —como ocurriría con las tucumanas y cuyanas— se basan exclusivamente en el servicio personal. 

En efecto, el elemento determinante que distingue a esta región marginal de las áreas nucleares de México central y del mundo andino (como, por otra parte, ocurriría en casi todas las otras áreas marginales, desde Yucatán hasta Paraguay) es la predominancia del servicio personal en el marco de la encomienda. 

Desde los inicios de la institución observamos dos tipos diversos de encomiendas: las encomiendas «mitayas», y la de «yanaconas» u «originarios». 

El primer tipo, el servicio personal de las mitas, se refiere al que debían cumplir los indios —que seguían viviendo en los pueblos— por turnos en las tierras de sus encomenderos. A veces, también se llama «mita» al producto de ese servicio. 

El segundo tipo, se refiere a los indios que, con su grupo familiar o sin él, viven y trabajan en las tierras de sus señores hispanos — es decir, desarraigados de sus comunidades de origen— al igual que los «naborías» antillanos. 

Adviértase que este concepto de indio «originario» en Paraguay, nada tiene que ver con el uso de la misma palabra en el mundo andino. 

¿Qué relación numérica había entre el total de los encomendados y los indios originarios?

Alrededor de la cuarta parte del total de los encomendados estaba conformada por indios originarios que vivían en chacras y estancias de los españoles. 

¿Cuál es la condición social de los indios originarios? El indio originario trabajaba durante toda su vida y desde la más temprana edad. 

El indio y su familia (la mujer y las hijas están obligadas a cumplir con las hilanzas de algodón para sus señores) laboraban durante toda la semana en la chacra o la estancia y el domingo —y los días de fiesta que, por suerte, no escaseaban— libraban para trabajar su propia chacrilla. 

La mita y los indios de los pueblos en la documentación sobre los primeros pueblos de indios de los años cuarenta y que precede a la institución de las encomiendas. 

Hay una repetida alusión a la necesidad de «crear» los pueblos para racionalizar el proceso de explotación de los indígenas y asegurar de una forma más eficaz la propia reproducción de la fuerza de trabajo, amenazada por la continuidad de la práctica de «yanaconización» y apropiación de las mujeres. 

En la región de Asunción, estos pueblos primitivos fueron reemplazados —después de un período de rebeliones muy duro, como se verá— por las reducciones creadas por los padres franciscanos en la década de 1580. 

Pero en otras áreas los encomenderos y sus pobleros siguieron siendo la ley en esos pueblos hasta bien entrado el siglo XVII. 

De todos modos, el proceso de reorganización de las aldeas guaraníes debió haber sido bastante largo en 1603, sigue reclamando la necesidad de «que haya reducción de indios». 

¿Cómo se cumplía la mita en estos pueblos y en las reducciones fundadas posteriormente por los franciscanos? 

En las primeras ordenanzas sobre encomiendas -1556- no se establece ningún tipo de duración temporal para el cumplimiento de las mitas y sólo se determina que el encomendero se podía servir de la cuarta parte de sus tributarios en cada turno (aun cuando no olvida decir que, «a conocida necesidad», se podía llegar hasta la mitad de los tributarios). 

El hecho de que no hubiera límite temporal a la explotación de la fuerza de trabajo en cada turno, nos podría indicar que durarían lo que la simple voluntad del encomendero determinaba. 

Aun cuando, obviamente, en la realidad concreta sería resultado de duras negociaciones entre los líderes étnicos de los poblados y los mayordomos y pobleros colocados por el encomendero en las aldeas. 

En cambio, en las distintas reglamentaciones que se sucedieron desde 1597, el factor tiempo siempre está presente. La resistencia indígena y las reducciones. 

Ya hemos visto cuán tempranamente los guaraníes comienzan a desmentir la tradición historiográfica que trata de presentarlos como sumisos aliados, pues desde la instalación misma en Asunción, en 1537, comienzan los movimientos de resistencia. 

Obviamente, éstos se amplificaron cuando Martínez de Irala procedió a los primeros repartos de encomienda de 1555. 

Mencionaremos solamente el que encabezó en los años 1575-1579 un prestigioso «karaí», Overa, «resplandeciente», que sacudió toda la región norte de Asunción. 

Después de dos o tres enfrentamientos, y ante la defección de Overa, los guaraníes fueron derrotados y duramente reprimidos. 

Al parecer, detrás de este movimiento, amén de la resistencia a los invasores europeos, hubo un fuerte conflicto inter-tribal que complica bastante la interpretación que había mostrado el antropologo frances A. Métraux en tanto que movimiento «mesiánico». 

Actualmente,  la etnologa francesa Hélene Clastres se inclina por una interpretación más compleja, viendo en este episodio un momento de lucha política interna entre líderes étnicos y karaís. 

Por otra parte, según esta misma autora, habría que hacer una distinción entre los fenómenos religiosos de los tupí y los de los guaraníes. 

En el primer caso, el fenómeno profético es un fenómeno de contestación del orden social que conduce a la «busqueda de la Tierra Sin Mal». 

En el caso de Overa estamos ante una manifestación mucho más «politizada », en la cual la lucha por el poder en el seno del grupo concernido juega un papel determinante. 

A éstos les siguieron otros episodios: a finales de la década de 1570, el control de los españoles sobre los poblados de encomienda se estaba tambaleando y la resistencia había adquirido por momentos un marcado acento religioso y profético.

Fue en ese crucial momento cuando intervinieron los franciscanos creando las primeras reducciones gracias a la acción de los franciscanos, en poco menos de una década los guaraníes del área de influencia de Asunción fueron «reducidos» y el servicio de encomienda a los españoles se regularizó. 

Así, entre 1580 y finales del siglo XVI nacieron una serie de reducciones que contribuyeron a reforzar el control hispano sobre esa área norte de la capital asuncena. 

Una serie de razones explican el rápido éxito de los franciscanos, conocimiento de la lengua y costumbres guaraníes, humildad y desprendimiento material, etc. 

En realidad éstos eran, en sus vidas y ejemplos, auténticamente la contrafigura de los ávidos y con frecuencia despiadados colonos europeos. 

Finalmente, los franciscanos prometían un mundo mejor (una peculiar Tierra Sin Mal) en el más allá y después de la vida, que no era ajena a algunos aspectos centrales de la cosmogonía guaraní. 

Es en este momento, además, cuando se iniciaron las actividades de los jesuitas en Paraguay. La caída de la población, los datos dispersos que tenemos dan testimonio de una caída muy acentuada de la población indígena en estos primeros cincuenta años. 

Si sumamos las diversas cifras, llegamos a un cálculo muy estimativo de medio millón de guaraníes para el momento previo a la invasión europea. 

Ese medio millón se habría reducido a la tercera o cuarta parte en los primeros cincuenta años de contacto. 

¿Cuáles eran las principales actividades económicas de este primer período del Paraguay colonial? Maíz, mandioca, fríjoles, calabazas y maní, más el algodón. 

Los ganados que comienzan a multiplicarse de forma extraordinaria, no sólo domésticos, sino también en estado salvaje, Yerba mate y tabaco. 

Las primeras corrientes mercantiles desde Paraguay hacia las villas litorales se integraron con algunos de estos productos y tuvieron en los ganados, el vino, el azúcar, los lienzos de algodón, el tabaco y sobre todo, la yerba mate, sus mercancías más destacadas. 

Pero Asunción se hallaba en una situación espacial desventajosa, pues todos sus intentos de relacionarse directamente con el Alto Perú minero (polo nodal de estructuración económica de todo el espacio peruano) 

Esto fracaso casi completamente y se vio obligada desde muy temprano a aceptar la intermediación de las ciudades litorales, primero Santa Fe y después Buenos Aires, para romper su aislamiento geográfico y establecer nexos mercantiles con el mercado minero. 

Como veremos, la yerba mate fue la mercancía clave en esa relación económica con el resto del espacio rioplatense y el Alto Perú.

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