El afianzamiento de los soviéticos en Europa del Este generó temores significativos sobre la expansión del comunismo en la región.
La Segunda Guerra Mundial dejó una Europa dividida, con la Unión Soviética consolidando su influencia en los países del Este europeo, lo que llevó a la creación de un telón de acero entre las naciones occidentales y aquellas ocupadas por el Ejército Rojo.
La posguerra también trajo consigo la cuestión de las reparaciones de guerra. Las trabas impuestas a la Unión Soviética para cobrar estas reparaciones generaron preocupaciones y desconfianza en Stalin, quien veía en esta situación un obstáculo para la recuperación económica de la URSS.
El temor a la resurrección de Alemania se convirtió en un punto de discordia entre los ex-aliados.
Mientras los soviéticos buscaban reparaciones para la reconstrucción de la URSS, Estados Unidos abogaba por la recuperación económica alemana. Este conflicto de intereses marcó el quiebre de la antigua alianza en 1947.
El secretario de Estado George Marshall anunció en 1947 el Plan Marshall, un programa de recuperación europea que ofrecía ayuda económica a los países que aceptaran los mecanismos de control e integración propuestos por Estados Unidos. Mientras los países occidentales aceptaron la ayuda, la Unión Soviética la rechazó, acusando a Estados Unidos de imperialismo.
La división del mundo en dos bloques fue reconocida oficialmente en la reunión de dirigentes comunistas en Silesia en 1947.
En Alemania occidental, se estableció un puente aéreo en 1948 para garantizar el abastecimiento de Berlín Occidental, ante la cerrada vía de comunicación impuesta por Stalin.
En 1949 se fundaron las dos Alemanias: la República Federal Alemana, bajo la influencia de las potencias occidentales, y la República Democrática Alemana, ocupada por las tropas soviéticas. Además, en 1955 se firmó el Pacto de Varsovia en respuesta al Tratado del Atlántico.
En Asia, el triunfo de Mao en China en 1949 y la guerra de Corea alteraron el escenario. China y la URSS firmaron un tratado de ayuda mutua en 1950. La guerra de Corea, que comenzó en 1950 con el avance del ejército norcoreano hacia el sur, terminó con un armisticio en 1953, tras la muerte de Stalin.
La administración Truman extendió la política de contención a Asia, apoyando militar y económicamente a gobiernos anti-comunistas en Taiwán, Corea del Sur y el sudeste asiático. Además, se favoreció el crecimiento económico de Japón como un baluarte regional contra el avance comunista.
Con la muerte de Stalin en 1953, se abrió un nuevo capítulo en la Guerra Fría, creando un ambiente propicio para las negociaciones entre ambos bloques y marcando el fin de la primera etapa de tensiones.
Estas negociaciones también permitieron poner fin a la guerra de Corea y sentaron las bases para el desarrollo ulterior de los acontecimientos en el escenario internacional.
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