El 2 de enero de 1829, el gobierno de México emitió un decreto que ordenaba la expulsión de los españoles que aún residían en el país. Esta medida, de gran impacto político y social, se inscribía en un momento de fuerte tensión nacionalista tras la independencia mexicana, y reflejaba el temor a una posible reconquista por parte de España.
Contexto: México tras la independencia
México había conseguido su independencia en 1821, pero la naciente república todavía se encontraba en un periodo de inestabilidad y amenaza constante. La economía estaba en crisis, las luchas internas eran frecuentes, y España se resistía a reconocer la emancipación de su excolonia, incluso intentó reconquistarla en 1829 a través de una fallida expedición militar dirigida por Isidro Barradas.
En este ambiente de desconfianza, el gobierno mexicano, bajo la presidencia de Vicente Guerrero, consideró que la presencia de ciudadanos españoles representaba un riesgo político.
El decreto
El decreto establecía la expulsión de todos los españoles peninsulares —es decir, nacidos en España— que permanecieran en territorio mexicano, salvo aquellos que estuvieran casados con mexicanas, fueran mayores de edad o demostraran servicios valiosos a la nación. En la práctica, sin embargo, muchos fueron expulsados sin contemplaciones, incluidos comerciantes, religiosos y profesionales.
Consecuencias
Sociales: La expulsión afectó a miles de personas, muchas de ellas establecidas desde hacía años en el país. Se desmembraron familias y se perdieron redes sociales y económicas.
Económicas: Muchos españoles eran comerciantes y propietarios. Su salida repentina provocó una pérdida importante de capital, negocios y experiencia en sectores clave de la economía.
Políticas: Aunque se pretendía consolidar la independencia y reducir la influencia extranjera, la medida también alimentó el resentimiento y desconfianza en algunos sectores sociales.
¿Un acto de defensa o de exclusión?
El decreto se justificó en nombre de la seguridad nacional, pero también puede entenderse como un reflejo de los temores y resentimientos de una nación joven, aún en construcción, que intentaba liberarse no solo del dominio militar español, sino también de su influencia cultural y económica.
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