Todo comienza en la NASA, cuando los radares detectan un objeto de más de dos kilómetros de ancho acercándose a la Tierra. Su forma esférica es demasiado perfecta para ser natural.
Tras numerosos análisis, los científicos concluyen que no se trata de un planeta ni de un asteroide, sino de una nave espacial.
De la enorme nave emergen pequeñas naves que se dirigen a gran velocidad hacia la Tierra. En un camino rural, una de estas naves aterriza suavemente. Dos seres descienden y observan a un joven en bicicleta que acaba de salir de la escuela. El chico, paralizado por el miedo, no puede moverse mientras los extraterrestres se acercan, listos para atacarlo.
De repente, la tierra se abre en dos y, desde las profundidades, emerge un hombre de tres metros de altura, con enormes cuernos y una presencia imponente. Con un rugido que sacude el aire, se interpone entre los extraterrestres y el joven, gritando:
¡Padre! Hoy será el día en que pague por mis pecados.
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