LOS METALES PRECIOSOS Y EL NUEVO MUNDO
Lo que impresiona en los relatos de Colón durante sus primeros días en las islas caribeñas, es su monomanía aurífera: el tema del oro aparece una y otra vez en sus primeras cartas.
Así, desde el inicio de la aventura americana, los metales preciosos ocuparon un papel fundamental en flujo mercantil América -Viejo Mundo.
El metal precioso fue la mercancía por excelencia en las relaciones entre las nuevas colonias y Europa.
Hasta el final del período colonial, alrededor del 75 por 100 del valor de lo exportado desde América consistió en plata y oro.
En los inicios de la colonización estos metales preciosos tenían dos fuentes fundamentales: los placeres, es decir, los lavaderos de oro de origen aluvial y los tesoros (objetos rituales y adornos).
Las primeras grandes minas de extracción sólo aparecieron varias décadas después del último viaje colombino (entre 1538 y 1546 se pusieron en actividad Porco y Potosí en Perú, al igual que Taxco, Pachuca y Zacatecas en México). Fue con ellas cuando la plata dominó ampliamente sobre el oro desde los años cuarenta en adelante.
De todos modos, algunas regiones, como Nueva Granada, siguieron albergando importantes centros de producción aurífera de carácter aluvial. En los primeros tiempos, el oro fluía desde el Caribe.
Pero en el largo plazo, la plata dominó de forma total. Por supuesto, dado que llegaba mucha más plata que oro, ello daba como resultado inevitable la lenta desvalorización de la primera respecto del segundo.
Comparando los cereales importados desde el Báltico y los metales preciosos americanos queda claramente expuesto el papel superlativo de la relación mercantil con América, pues parece claro que aproximadamente la mitad del valor de las importaciones europeas estaba constituido por los metales preciosos llegados del Nuevo Mundo.
Según señala el historiador español Gelabert, todavía a finales del XVI, los almojarifazgos sevillanos, el almojarifazgo mayor y el de Indias eran las más cuantiosas de las rentas arrendadas. ¿Y cómo llegaba este metálico a España?
Evidentemente, lo hacía por mar. Durante bastante tiempo, hasta mediados del siglo XVI, se dejó a los navíos librados a su suerte en la travesía de vuelta desde América.
Pero las incursiones crecientes de los piratas y de las naves de las otras potencias europeas interesadas en apropiarse del tesoro hispano obligaron a acudir al sistema de flotas (un número variable de barcos mercantes custodiados por naves de guerra).
Se instituyeron así dos flotas: una se dirigía a Nueva España (y era llamada propiamente «la flota»), y la otra, conocida como «los galeones» o «los galeones de la plata», navegaba hacia Tierra Firme.
Estas flotas se ocuparon anualmente del tráfico entre las colonias y la madre patria. Obviamente, la economía europea sufrió un enorme impacto con la irrupción de esa masa enorme de metales preciosos.
A partir de los años 1500-1505, los precios europeos detuvieron su evolución negativa; una ola inflacionaria sacudió a la economía europea que se convirtió, poco a poco, en uno de los centros más dinámicos de la economía-mundo en formación.
El historiador estadounidense Earl Hamilton publicó las teorías cuantitativistas de la moneda (mayor llegada de metales desde América durante el siglo XVI, mayor inflación y, a contrario, a menor llegada de metales, deflación y crisis durante el siglo XVII).
Hoy sabemos que las cosas fueron un poco más complejas. Algunos autores han elaborado una sucesión de acontecimientos por completo distinta a la imaginada hace setenta años por Hamilton: mayor actividad económica —sobre todo, en el mercado interno— > mayores precios > creciente demanda de metales preciosos > mayor actividad minera.
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