En su obra, Durkheim se propone estudiar la moral colectiva a través de un enfoque empírico, analizando las normas y valores que mantienen unidos a un grupo de individuos. Su principal interés se centra en los lazos sociales y la solidaridad social.
Uno de los conceptos clave que Durkheim desarrolla es el de solidaridad, que es lo que mantiene unido a un conjunto de individuos.
Para ejemplificar esto, podemos observar las sociedades tradicionales y las sociedades modernas.
En las sociedades tradicionales, donde los individuos son similares, prevalece la solidaridad mecánica, es decir, la unión automática basada en la semejanza.
Por otro lado, en las sociedades modernas, donde los individuos son altamente diferenciados, encontramos la solidaridad orgánica, que se basa en la interdependencia de las diferencias individuales.
Otro concepto relevante es el de conciencia colectiva, que se refiere al conjunto de creencias y sentimientos comunes en una sociedad.
Durkheim considera que la conciencia colectiva es un sistema cultural independiente que se "realiza" en las conciencias individuales.
Durkheim también analiza la división del trabajo como un factor importante en la cohesión social.
En las sociedades tradicionales con poca división del trabajo, la conciencia colectiva tiene un predominio sobre la conciencia individual, mientras que en las sociedades modernas, con un mayor desarrollo de la división del trabajo, ocurre lo contrario.
Para estudiar la solidaridad, Durkheim parte del análisis del derecho como reflejo de la naturaleza social.
En las sociedades tradicionales, donde prevalece la solidaridad mecánica, se encuentra el derecho represivo, donde cualquier ofensa contra el sistema de valores comunes es severamente castigada.
En cambio, en las sociedades modernas, con solidaridad orgánica, se encuentra el derecho restitutivo, donde los individuos buscan el cumplimiento de la ley y la restitución a los afectados.
Durkheim explica el cambio de una sociedad tradicional a una sociedad moderna mediante el desarrollo de la división del trabajo.
La función de la división del trabajo es crear solidaridad orgánica. Además, utiliza el concepto de densidad dinámica para explicar este proceso.
A medida que la población crece y se intensifican las interacciones entre las personas, surge una mayor competencia por los recursos escasos, lo que lleva a la necesidad de una coexistencia pacífica a través de la división del trabajo y la cooperación.
La anomia es otra preocupación central en los estudios de Durkheim, y representa el debilitamiento de la moral colectiva en una sociedad.
Durante períodos de anomia, el sistema moral existente colapsa y no responde a las nuevas condiciones de la vida humana, sin que todavía haya surgido un nuevo sistema moral para reemplazarlo.
Durkheim propone como solución al debilitamiento de la moral colectiva el desarrollo de asociaciones profesionales, que agrupen a los diferentes actores de la industria.
Estas asociaciones permiten reconocer intereses comunes y la necesidad de crear un sistema moral integrador. Como ejemplo actual, se mencionan las paritarias, que son convenciones colectivas entre obreros y empresarios.
Durkheim también discute la necesidad de una ética del individualismo que se basa en la solidaridad de la comunidad.
Esta ética reconoce los derechos del individuo en relación con el bienestar de toda la sociedad, en contraposición al enfoque egoísta centrado en el logro individual.
Finalmente, Durkheim abandona el concepto de conciencia colectiva para utilizar el de representaciones colectivas, que se refieren a normas y valores específicos de distintas colectividades como la familia, la ocupación, el estado y las instituciones educativas y religiosas.
Esto le permite conceptualizar de manera más precisa los hechos sociales inmateriales.
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