El 3 de agosto de 1960, el dictador Rafael Leónidas Trujillo, quien había gobernado la República Dominicana con mano de hierro durante más de 30 años, designó a Joaquín Balaguer como presidente del país.
En ese momento, Balaguer ocupaba el cargo de vicepresidente y era considerado un leal colaborador del régimen trujillista. Sin embargo, su nombramiento se dio en un contexto en el que la dictadura de Trujillo comenzaba a debilitarse debido a la creciente presión internacional y las tensiones internas.
Durante más de tres décadas, Trujillo había controlado todos los aspectos de la vida política, económica y social de la República Dominicana. Su gobierno se caracterizó por la represión brutal de sus opositores, el culto a su personalidad y la corrupción generalizada. No obstante, en los años previos a 1961, el descontento nacional e internacional contra su régimen creció exponencialmente.
El 30 de mayo de 1961, Trujillo fue asesinado en una emboscada organizada por un grupo de conspiradores que incluía tanto opositores como exmiembros de su propio círculo. Su muerte dejó un vacío de poder en el país y marcó el inicio de un período de incertidumbre política.
El Gobierno de Joaquín Balaguer (1961-1962)
Tras la muerte de Trujillo, Joaquín Balaguer asumió oficialmente la presidencia con la difícil tarea de liderar la transición de la dictadura a un nuevo sistema de gobierno. Aunque había sido un fiel seguidor del régimen, pronto se vio obligado a maniobrar entre las fuerzas que buscaban una apertura democrática y los sectores que querían mantener el legado de Trujillo.
Primeras Medidas
1. Distanciamiento del Trujillismo: Aunque inicialmente intentó preservar ciertas estructuras del régimen, la presión popular e internacional lo obligó a distanciarse del legado trujillista.
2. Liberación de presos políticos: Para calmar el descontento social, Balaguer ordenó la liberación de numerosos presos políticos encarcelados por el régimen.
3. Inicio de la apertura democrática: Implementó ciertas medidas para democratizar el país, como el reconocimiento de nuevos partidos políticos.
4. Control de los remanentes del trujillismo: Intentó mantener el orden en medio de una creciente lucha entre los sectores pro-democráticos y los seguidores del dictador.
Sin embargo, el país estaba en una situación extremadamente volátil. Los familiares y allegados de Trujillo aún tenían una gran influencia en la economía y el ejército, lo que generó un ambiente de confrontación entre los sectores democráticos y los remanentes del trujillismo.
Crisis y Presión Internacional
A medida que la población exigía mayores cambios, Balaguer enfrentó una creciente presión interna y externa.
- Manifestaciones y protestas: Los movimientos democráticos exigían el fin definitivo del trujillismo y la convocatoria de elecciones libres.
- Intervención de la OEA y EE.UU.: Estados Unidos, que había respaldado a Trujillo durante años, comenzó a presionar a Balaguer para que acelerara la transición democrática.
- Fuga de los Trujillo: En noviembre de 1961, ante la creciente presión, la familia Trujillo abandonó el país, marcando el fin oficial del trujillismo.
Fin del Gobierno y Exilio de Balaguer
Ante la creciente inestabilidad, Balaguer renunció a la presidencia en enero de 1962 y se exilió en Nueva York. Su salida permitió la conformación de un gobierno provisional encabezado por el Consejo de Estado, el cual organizó las primeras elecciones democráticas en más de tres décadas.
Legado de Balaguer en 1961 y su Retorno al Poder
Aunque su presidencia de 1961 fue breve y estuvo marcada por la transición, Joaquín Balaguer no desapareció de la política dominicana. En 1966, regresó al país y ganó las elecciones presidenciales, iniciando un nuevo período de liderazgo que se prolongaría durante varias décadas.
Su rol en 1961 es visto como ambivalente: por un lado, fue una figura clave en la transición post-trujillista, pero por otro, muchos lo consideran un oportunista que se mantuvo en el poder hasta que la presión lo obligó a ceder.
A pesar de la controversia, el período de Balaguer en 1961 representó el inicio de la transformación política de la República Dominicana, poniendo fin a una de las dictaduras más largas y brutales de América Latina.
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